
El presidente de Bolivia, Evo Morales, pidió hoy el apoyo de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), para solicitar el acceso a fondos internacionales que permitan invertir en programas de agua y combatir la sequía.
Procedente de La Haya, donde se reunió con el equipo jurídico que prepara la réplica contra Chile ante la Corte Internacional de Justicia, Morales llegó a Roma en una breve visita para reunirse con el director general de la FAO, José Graziano da Silva, antes de volver a su país.
El mandatario boliviano explicó ante los periodistas que su país aspira a obtener fondos «no condicionados» del Fondo Verde para el Clima, un mecanismo financiero adoptado por la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático con vistas a movilizar 100.000 millones de dólares anuales en proyectos vinculados al clima, principalmente en países en desarrollo.
Bolivia es «víctima del calentamiento global» y los efectos de la última sequía se siguen notando con problemas de suministro de agua en algunos barrios y para el sector agropecuario, remarcó Morales, que recordó que el lago Poopó, en la región andina de Oruro (oeste), se está volviendo a secar.
El presidente, que estuvo acompañado por sus ministros de Planificación de Desarrollo, Mariana Prado, y de Medioambiente y Agua, Carlos Ortuño, sostuvo la necesidad de invertir en proyectos hídricos frente al calentamiento global en su país y defendió el funcionamiento de las instituciones.
Dijo haber solicitado el respaldo de la FAO, agencia acreditada ante el Fondo Verde para el Clima que ha ayudado al Gobierno a preparar una propuesta que se presentará próximamente con el objetivo de acceder a ese tipo de financiación.
Da Silva precisó que el objetivo es obtener 250 millones de dólares, que podrían ser otorgados en forma de donación para proyectos sociales como construcción de pozos o cisternas o como préstamos para proyectos más complejos y comerciales como sistemas de riego.
Ambos representantes ya debatieron el asunto a finales de enero en la República Dominicana, donde participaron en la V Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de los países miembros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
Posteriormente Morales comentó que había pedido 340 millones de dólares del presupuesto de la FAO para programas de riego ante la sequía, lo que generó cierta confusión sobre los términos de la ayuda solicitada.
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En el encuentro de hoy volvieron a hablar sobre los detalles de la propuesta, sobre la que -según Da Silva- podrían recibir una respuesta en los próximos seis meses y, en caso de ser aceptada, tendría un plazo de ejecución de cinco años.
El paquete de programas está dirigido a mejorar el consumo de agua y su uso para regadío y ganadería en las zonas más afectadas por la sequía.
El presidente instó a invertir rápidamente en estos proyectos frente a los ritmos lentos de la burocracia y defendió que «el agua es un derecho humano y no puede ser negocio privado».
«Garantizar el riego para el campesino es liberarlo de la pobreza», apostilló.
También mostró su preocupación por la plaga de langostas voladoras que ha dañado más de mil hectáreas de cultivos agrícolas en el departamento de Santa Cruz (este) y que amenaza con extenderse.
Morales agradeció la ayuda ofrecida por la FAO, que junto con Argentina enviará técnicos para intentar controlar la peste, presente por primera vez en Bolivia por lo que -añadió- «ni el Estado ni el pueblo tienen experiencia en combatirla».
Con el director general de la agencia repasó igualmente la iniciativa boliviana para que la ONU dedique un año internacional a los camélidos y la futura publicación de un estudio sobre los progresos realizados desde que se declaró en 2013 el de la quinua.
En los últimos tres años la FAO ha ejecutado en Bolivia unos 40 proyectos por valor de 20 millones de dólares, enfocados en asuntos como los relacionados con la seguridad alimentaria, la agricultura familiar, el desarrollo rural o la adaptación al cambio climático. EFE