
En un mercado popular del centro de Quito, el ex banquero y candidato opositor a la presidencia Guillermo Lasso despierta sospechas entre algunas vendedoras. Ante sus ojos, él no es un postulante cercano a su realidad y sienten más empatía por Lenín Moreno, candidato del oficialismo que es percibido como una persona que comprende a la gente de menores recursos económicos de Ecuador.
Moreno y Lasso fueron los finalistas de unas primeras elecciones celebradas el 19 de febrero. Al final de la jornada, el oficialista sumó 39,35% de los votos y estuvo a menos de un punto de ganar, mientras que el opositor obtuvo 28,11%.
La segunda ronda para elegir al sucesor de Rafael Correa está prevista para el 2 de abril, pero a pocos días de los comicios no se percibe emoción ni un ambiente electoral definitorio. En el mercado de Santa Clara, por ejemplo, la vida transcurre con normalidad mientras compradores y vendedores se dedican a sus actividades cotidianas.
Lo único claro hasta el momento, según arrojan las encuestas, es que el apoyo popular a Guillermo Lasso ha decrecido.
En un sondeo de la firma Cedatos-Gallup, realizado una semana después de la primera votación, Lasso tenía 52,1% de la intención de voto y Moreno 47,9%. Sin embargo, al 21 de marzo los números del opositor cayeron a 47,6% y los del oficialista sumaron 52,4%. El estudio tiene un margen de error de 3,4% y otras firmas arrojaron resultados similares.
Desde Santa Clara, la vendedora de vegetales Margarita Sambache, de 51 años, no duda en afirmar que Lasso no le convence. «Dice que va a privatizar la educación (y) va a quitar las ayudas a los pobres y eso me parece que está mal».
Lasso se ha empeñado en asegurar que esos son rumores falsos, pero una fuerte propaganda oficialista lo ha dejado marcado.
«Voy a votar por Lenín. Él está con los pobres, ¿no ve que nosotros somos pobres?», dijo Margarita.
La buena imagen que Lenín Moreno mantiene entre ecuatorianos de bajos recursos obedece a sus acciones como vicepresidente bajo el mandato de Correa. Entre 2007 y 2013, lideró la misión Manuel Espejo, centrada en apoyar a personas de menores ingresos con familiares con discapacidad o enfermedades catastróficas, a las que otorgó camas especiales, ayudas económicas y atención médica gratuita en su casa.
En contraste, según algunos analistas, la condena de Lasso ha sido su riqueza. De acuerdo a Pablo Ospina, catedrático de la Universidad Andina, el opositor genera dudas por su condición económica. «La excesiva riqueza en un país desigual, con gran pobreza, no es una buena carta de presentación», dijo a The Associated Press.
El presidente Correa ha aprovechado sus intervenciones públicas de las últimas semanas para reforzar esta idea: de manera reiterada ha insistido en la responsabilidad que Lasso —en su calidad de banquero— tuvo en el congelamiento de fondos y pérdidas económicas cuando casi se colapsó el sistema a finales de los años 90. En aquel entonces, una profunda crisis económica puso al país al borde de la hiperinflación y provocó el cierre o la quiebra de la mitad de los bancos y derivó en la adopción del dólar estadounidense como moneda nacional.
En apoyo a este mensaje de Correa, el gobierno y varios medios de comunicación del Estado han repetido hasta el cansancio que Lasso ganó millones de dólares con la quiebra del sistema financiero. Según esta versión, el ahora candidato a la presidencia compró certificados entregados a los depositantes que tenían ahorros congelados con hasta 50% de descuento y luego el gobierno se los compró al 100% de su valor. Parte de las ganancias de esas operaciones financieras, que no eran ilegales, fueron transferidas a decenas de sociedades que presuntamente eran propiedad de Lasso en paraísos fiscales.
A inicios de esta semana, Correa dijo que el servicio de Rentas Internas investiga las empresas en paraísos fiscales de Lasso.
Aunque María no es la única vendedora de Santa Clara que apoya a Lasso, las comerciantes de los alrededores que respaldan a Moreno conviven con ella con amabilidad.
Según esta ecuatoriana, no hay por qué temer que Lasso sea banquero, porque eso le permitiría saber cómo crear riqueza y trabajo. En cambio, «ya ve lo que nos pasó con Correa… Dice que es el mejor economista del país y ya ve como nos tiene de mal, en la lona», afirmó.
A pesar del apoyo de votantes como María, Lasso cae en las encuestas tanto como sus afiches al desplomarse destrozados por las calles. La propaganda que aún resta para él y su rival ahora se concentra, sobre todo, en radio y televisión.
María podría ser una de las pocas personas que festeja la posibilidad de que Lasso asuma la presidencia porque, de acuerdo a algunos analistas, el candidato no aprovechó su campaña para crear mayor cercanía con sus votantes.
Según el consultor político internacional, Santiago Nieto, Lasso se concentró en crear alianzas con cabecillas de la política —como el prefecto indígena Salvador Quishpe o el líder nacional Jaime Nebot — en lugar de tratar de aproximarse a la gente común. «Eso fue un error… y no hizo una campaña directa con la gente», dijo a la AP. Moreno tiene una candidatura disminuida, piensa Nieto, pero éste recibe «una fuerte campaña desde el gobierno contando sus logros y creo que eso marca la diferencia en las dos candidaturas».
Sin importar la apatía, el ganador debería asumir el poder el 24 de mayo, cuando Correa dejará una gestión de diez años al frente de un proyecto caracterizado por la construcción de infraestructura pública, pero fuertemente criticada por la falta de respeto a los derechos ciudadanos, de indígenas, sindicalistas y otros grupos.
Quienes aún apoyan al oficialismo tienen presente la cercanía que el gobierno de Correa logró mantener con la gente a través de medidas como el mejoramiento del sistema educativo, de la atención de salud y edificación de hospitales públicos.
Un anciano jubilado que habló con AP desde Santa Clara, dijo que Moreno daría continuidad a las acciones positivas de Correa y además solucionaría problemas como corrupción y pensiones.
A poco más de una semana de la segunda ronda electoral, los ecuatorianos se enfrentan a la mayor disyuntiva de los últimos diez años: la continuidad de un modelo impulsado por el partido de gobierno Alianza País, identificado con la izquierda, o la posibilidad de dar un brusco viraje a la derecha y confiar su futuro a un ex banquero. AP