El Papa Francisco visitó, el sábado, los hogares de las familias de la clase trabajadora, entre ellas una musulmana, y usó un inodoro químico montado en una plaza durante un viaje a Milán.
En lugar iniciar su visita de un día a la urbe del norte de Italia en su gran centro, que alberga una catedral gótica, destacas marcas de moda y el famoso Teatro de La Scala, el Santo Padre recorrió un proyecto de viviendas públicas en las afueras de la capital lombarda.
Se detuvo en tres pequeños departamentos, uno de los cuales es el hogar de Mihoual Abdel Karim, un inmigrante musulmán de Marruecos que vive allí con su esposa y sus tres hijos.
«Fue muy emotivo, fue como tener un amigo en la casa», dijo Karim, que trabaja en una fábrica farmacéutica y cuya esposa lleva el velo.
Desde su elección en el 2013, el papado del ex obispo de Buenos Aires se ha caracterizado por su cercanía con los más pobres y vulnerables, renunciando a muchas de las comodidades asociadas a su rol como líder de los 1.200 millones de católicos apostólicos romanos.
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Tras el encuentro, Francisco se reunió con una pareja italiana de unos 80 años, ambos con graves problemas de salud.
Antes de hablar con los residentes del vecindario que se habían reunido en un espacio abierto, el Sumo Pontífice sorprendió a algunos transeúntes al entrar a un baño químico que fue puesto en el lugar para el uso de la multitud.
Más tarde, Francisco habló ante sacerdotes y monjas en la catedral y luego almorzó con unos 100 reclusos en la prisión de la ciudad de San Vittore. Reuters