
El sol se pone en la devastada aldea de Begaja, en el centro de Mozambique. Ruca Matana recorre el campo en busca de algunas espigas de maíz, mientras mira las cosechas destruidas por el ciclón Idai y las inundaciones.
A ambos lados del camino que lo lleva a su casa, las plantas de maíz se pierden a la vista pero ahora en terreno fangoso.
Todas estas plantas están en el suelo, en la misma dirección que las dejó el viento cuando Idai barrió la noche del 14 al 15 de marzo esta región del centro de Mozambique, matando al menos a 446 personas.
«Primero fue el ciclón, que hizo que el maíz se doblara, pero eso no es todo», dijo Ruca Mutana, de 50 años, con una gorra azul en la cabeza. «Luego siguieron las inundaciones que mataron lo que quedaba».
Más lejos, la caña de azúcar sufrió la misma suerte y unos kilómetros más lejos el sorgo.
«Teníamos que recolectar el maíz en unas semanas, pero todo se destruyó, no sé qué vamos a poder comer en los próximos meses», lamentó Ruca Mutana.
El ciclón Idai no pudo caer peor. Rica Mutana tenía que cosechar el maíz en abril.
En total unas 400.000 hectáreas de cosechas resultaron destruidas por las inundaciones solo en Mozambique, país muy pobre de África austral.
«El ciclón se produjo justo antes de la temporada de cosecha», explicó Gerald Bourke, portavoz del Programa Mundial de Alimentos (PMA).
«Es particularmente difícil para ese país que tiene una tasa de desnutrición muy alta: 42% de los niños están constantemente mal alimentados», agregó en declaraciones a la AFP.
En Begaja, los árboles en los campos reflejan la magnitud de la crecida. Las hierbas y plantaciones que arrastraron las aguas están enredadas en las ramas de árboles de hasta tres metros de altura en algunos casos.
Los postes eléctricos y los cables que alimentan el pueblo están en el suelo, al lado de las plantas de maíz.
– «¿Qué vamos a hacer?» –
Según imágenes satelitales, las inundaciones convirtieron parte de Mozambique en un «mar interior», de 125 km de largo y 25 km de ancho, indica el PMA.
Pero después de varios dias sin lluvias, los ríos están recuperando sus lechos y entonces llega el momento de constatar los daños.
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«Mientras tanto yo no sé qué vamos a hacer», dice en esta región agrícola.
Fuera de las zonas cercanas a los ríos, con suelos lo suficientemente húmedos como para permitir dos cosechas al año, es la temporada de lluvias la que determina el ritmo con que se come.
Jorge Majuta, de 37 años, logró salvar unas treinta espigas. «Pero no están maduras, y de todos modos, eso no nos va a alimentar por mucho tiempo».
«Las necesidades serán enormes desde ahora hasta la próxima cosecha en 2020», advirtió el responsable del PMA, agencia que distribuye actualmente comida a más de 115.000 personas en Mozambique.
Pero a más largo plazo, se tendrán que repensar los cultivos, agregó Gerald Bourke.
«Las lluvias serán cada vez más erráticas y las condiciones climáticas extremas. En los próximos 10 a 15 años, los científicos estiman que las tierras donde actualmente se cultiva maíz en África subsahariana no podrán acoger más este cereal», explicó el experto al enfatizar que será una zona «demasiado caliente, demasiado seca» para que se reproduzca este ingrediente clave en la dieta en la región. AFP
Cerca de 1,85 millones de personas fueron afectadas
Cerca de 1,85 millones de personas resultaron afectadas sólo en Mozambique por el paso del ciclón Idai y sus consecuencias, dijo el martes la agencia humanitaria de las Naciones Unidas, mientras los equipos de rescate seguían evaluando la magnitud del desastre para determinar qué ayuda es más necesaria.
“Algunos estarán pasando situaciones críticas, con su vida amenazada. Por desgracia, otros habrán perdido sus medios de subsistencia, algo que, a pesar de ser devastador, no es una amenaza inmediata para la vida”, afirmó Sebastian Rhodes Stampa, representante de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCAH).
Idai destruyó casas y provocó grandes inundaciones cuando tocó tierra el 14 de marzo cerca de la ciudad portuaria mozambiqueña de Beira. Después prosiguió con su senda de devastación en las vecinas Zimbabue y Malaui.
Al menos 686 personas murieron por la tormenta y sus consecuencias en los tres países, una cifra que podría subir mientras los equipos de rescate se preparan para lo que califican como brotes inevitables de enfermedades como la malaria y el cólera.
Mozambique es el país más afectado por la crisis humanitaria, con decenas de miles de casas destruidas y cientos de miles de desplazados en una zona de unos 3.000 kilómetros cuadrados, cerca del tamaño de Luxemburgo.
“Podemos determinar el tamaño, no podemos determinar la circunstancia. Así que ahora estamos saliendo al terreno, llevando a gente en helicópteros para determinar cuáles son las necesidades críticas”, comentó Stampa. Reuters