La flor y nata en la región del Golfo Pérsico está encantada con ellos, y su precio puede dispararse hasta decenas de miles de euros. Los halcones criados en España figuran entre los más preciados, y el país es el primer exportador mundial de estas aves rapaces.
«Las plumas tienen que estar como éstas: ves, totalmente completas». Orgulloso, Juan Antonio Sánchez inspecciona uno de sus halcones, que en breve irá para un cliente de Catar.
Cada año, unos 150 salen del criadero que dirige con su mujer Beatriz Domínguez en la localidad castellana de Fuentespina. La mayoría van a Oriente Medio, donde son comprados por adinerados aficionados a la cetrería.
Sánchez, criador de halcones desde hace más de 15 años, ha contribuido a elevar a España al rango de primer exportador mundial de halcones en 2018, según la Convención Internacional sobre el Comercio de Especies Amenazadas (CITES).
El país declaró unos 2.800 ejemplares exportados el año pasado, casi todos a Emiratos Árabes Unidos, Catar, Baréin, Kuwait y Arabia Saudita, superando al Reino Unido, que cerró 2018 con unos 2.500 ejemplares vendidos al exterior.
En vísperas de exportar 52 halcones, Juan Antonio y Beatriz los sacan, con ayuda de dos empleados y de su hija de siete años, de las habitaciones donde crecen durante tres a cinco meses.
Les atan las patas con unas correas de cuero y les cubren los ojos. A continuación los dejan descansar en lo alto de una tapia, donde permanecerán una noche entera para recuperarse de su estrés.
Al día siguiente, los halcones tomarán el avión en el aeropuerto de Barajas, en Madrid, con destino Catar, tras los debidos controles veterinarios y reglamentarios.
«Yo espero noticias, llamo por teléfono, que ya han llegado, están bien, tal, dadles de comer, dadles de beber, lo típico. Como cuando tienes un hijo», explica Juan Antonio.
– 400 criadores en España –
En el criadero pueden apreciarse muchos híbridos de gerifalte, el más grande y elegante de todos los halcones, con peregrino, el más rápido.
«Un peregrino para mí es la perfección», dice Beatriz con entusiasmo. «No hay una parte de su cuerpo que no esté diseñada para ser un proyectil».
Cada ave se vende a un precio que oscila entre los 400 y «varios miles» de euros, apunta Juan Antonio sin más precisiones.
Según Manuel Diego Pareja-Obregón, presidente de la Asociación Española de Cetrería, un comprador del Golfo paga de media 2.000 euros por un ejemplar.
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Julio César Pérez Guerra, quien durante tres años se ocupó de las aves de un hermano del presidente emiratí Jalifa ben Zayed Al-Nahyan, cuenta lo exigentes que son.
«No admiten que venga un halcón con una pluma rota», pues si es el caso, «le viene una buena bronca al cetrero que lo maneja».
En total en España, unas 400 personas se dedican a la cría de halcones, y muchas de ellas entraron en el sector durante la crisis económica de 2008-2013, aprendiendo los métodos de cría en internet para poder vivir de su pasión, señala Manuel Diego Pareja-Obregón.
Sánchez, que al principio se encargaba de alejar aves molestas de los aeropuertos o los edificios públicos con ayuda de halcones, ahora cría sus propios animales y eso le supone el 60% de sus ingresos.
– Una tradición antiquísima –
España tiene una inveterada tradición de cetrería.
La caza con ayuda de aves rapaces fue introducida en los primeros compases de la Edad Media por los visigodos y mejorada con halcones por los musulmanes.
Hoy en día es practicada por algo más de 3.000 personas, lo que la convierte en uno de los países europeos donde esta tradición, patrimonio mundial de la Unesco, está mejor implantada.
Su otra ventaja es el clima. Gracias a él, los halcones gerifaltes, que viven en estado natural en latitudes más frías, desarrollan una mayor resistencia al calor de los países del Golfo.
«Cuando los halcones llegan a Catar desde España, no sienten demasiado el cambio de clima. Así que prefiero los halcones de España a los que llegan de otros países», cuenta el catarí Salim al Humaidi, que cada año compra halcones por toda Europa.
En Oriente Medio, las partidas de caza practicadas durante siglos por las tribus nómadas se han hecho cada vez más escasas, ya que las presas en estado salvaje se han extinguido prácticamente.
De manera que ahora las aves rapaces se utilizan más bien para organizar carreras y no tanto para cazar, una evolución que los puristas no dejan de criticar.
Los halcones, atributo de riqueza, tienen no obstante dificultades para sobrevivir al calor del Golfo, y a menudo dejan de interesar a sus dueños al cabo de un año. De lo que se deriva una demanda inagotable para sus criadores españoles. AFP