El papa Francisco advirtió el viernes a los jóvenes en Tailandia contra el «consumismo» y los peligros de la tecnología, e instó a la Iglesia católica del país, de mayoría budista, a «no tener miedo» de adaptar su discurso para llegar a más fieles.
La víspera de viajar rumbo a Japón, Francisco, de 82 años, dedicó a la juventud gran parte de su tercera jornada en Tailandia.
«Los rápidos avances tecnológicos» pueden «dar lugar a un creciente consumismo y materialismo», dijo.
«Podemos quedar desconcertados por las ‘voces’ de este mundo que compiten por nuestra atención», pero «con el tiempo solamente terminan dejando vacío», insistió el pontífice argentino en una misa dedicada a los jóvenes en la catedral de la Asunción, en Bangkok.
Las nuevas tecnologías tienen un gran peso en Tailandia. El país es uno de los cinco mayores consumidores de internet en el mundo: los tailandeses dedican una media de más de nueve horas por día en su smartphone, según varios estudios.
Una tendencia que podría contribuir a desviar el reino, con más del 95% de su población budista, de la religión. Y además debilitar a los 400.000 católicos del país, ultraminoritarios pero muy activos en los sectores educativo y médico.
– Hablar en «dialecto» –
Evangelizada por misioneros europeos a partir del siglo XVI, Tailandia «está confrontada a la misma situación que en otros países del mundo, una crisis de vocación en disminución», admitió el obispo Joseph Pradhan Sridarunsil.
Frente a esto, Francisco pidió a la Iglesia a «no tener miedo» de adaptarse a la cultura del reino para llegar a más fieles.
Un discurso que no es nuevo: en la tradición cristiana, la «inculturación» consiste en integrar las tradiciones locales en la educación religiosa.
«Para muchos la fe cristiana es una fe extranjera, es la religión de los extranjeros», describe el papa. Es preciso «animarse» a decir la fe en «dialecto» local, ir más allá de las simples traducciones de los textos, agregó.
Francisco no defiende el proselitismo agresivo que marcó el pasado de la Iglesia católica, un actitud que podría ser muy peligrosa para los cristianos minoritarios de algunos países menos tolerantes que Tailandia.
Pero insiste en que se debe llegar a más fieles actuando directamente desde el terreno.
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Pese a la pequeña presencia católica en la región, decenas de miles de fieles, muchos oriundos de Vietnam y Camboya, estuvieron presentes durante esta visita papal.
– «Un regalo de Dios» –
Unos 60.000 de ellos asistieron a una gran misa, celebrada el jueves al aire libre en el estadio nacional de Bangkok.
El viernes, el pontífice fue recibido también por una multitud entusiasta que gritaba «¡Viva el papa!», en varios lugares simbólicos de la ciudad.
Bunthom Bun-arunraksa, de 90 años, quien había participado en la organización de la visita del papa Juan Pablo II a Tailandia en 1984, dijo estar muy contento. «Ver al papa Francisco hoy es como un regalo de Dios», aseguró.
Fuera de la catedral de la Asunción, Phuong Tran, de 25 años, se hizo eco del mensaje del papa contra los posibles peligros del mundo moderno y pidió a la Iglesia tailandesa que «use la tecnología para difundir la religión de forma más amplia».
En el inicio de su agenda, Francisco visitó un santuario dedicado al mártir católico Nicholas Boonkerd Kitbamrung.
En este viaje el Papa también ha hablado sobre mujeres y niños vulnerables, pidiendo más respeto por las trabajadoras sexuales y las víctimas de la trata en su misa del jueves por la noche.
El papa argentino ha defendido también un mensaje de armonía interreligiosa. El viernes se reunió con representantes del conjunto de cultos de Tailandia.
Y después, jóvenes musulmanes procedentes del sur del país, una región sumergida en un sangriento conflicto separatista desde 2004, cantaron para él junto a cristianos de una gran universidad de Bangkok.
El jefe de la iglesia católica viajará a Japón el sábado, para la segunda y última etapa de su gira por Asia. En Japón, Francisco visitará Nagasaki e Hiroshima, ciudades devastadas por las bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial.
El papa, quien años atrás aspiraba ser misionero en Japón, pidió la prohibición de las armas nucleares. AFP