El presidente estadounidense, Donald Trump, llega el lunes a Londres para una cumbre de la OTAN, pero su carácter imprevisible hace temer el efecto de su visita en plena campaña electoral y tres días después de un ataque terrorista en la capital.
Trump debe aterrizar en el aeropuerto londinense de Stansted pasadas las 22H00 GMT para participar el martes y el miércoles en una cumbre con motivo del 70º aniversario de la Alianza Atlántica, que incluirá una recepción con la reina Isabel II en el Palacio de Buckingham.
La monarca estará acompañada por el príncipe de Gales, Carlos, y su esposa Camila y otros miembros de la familia real como Catalina, la mujer del príncipe Guillermo.
En la lista de invitados no figuran sin embargo el príncipe Enrique y Meghan, enzarzados en una batalla judicial contra varios diarios a los que acusan de violar su vida privada.
Ni el príncipe Andrés, que tuvo que dimitir de sus funciones oficiales tras el escándalo por su relación con el financiero estadounidense Jeffrey Epstein, acusado de violación a menores y que fue hallado muerto en la cárcel en agosto.
Trump no ha acallado en el pasado sus críticas a la OTAN, en la que considera que Estados Unidos contribuye demasiado y otros países demasiado poco, ni su defensa de un Brexit duro o su predilección por el primer ministro británico Boris Johnson.
Pero a una semana y media de las elecciones legislativas del 12 de diciembre todas sus declaraciones serán escrutadas al detalle.
– Mantener las distancias –
En opinión de Richard Whitman, politólogo de la Universidad de Kent, «el riesgo es que Trump haga una intervención directa en la campaña».
«Es obviamente una cosa que podría hacer», dice a la AFP, subrayando la imprevisibilidad de un presidente acostumbrado a hacer comentarios poco diplomáticos.
Para el experto, «diga lo que diga Trump es probable que favorezca a la oposición más que a Boris Johnson», con quien a menudo ha sido comparado, desde su provocador lenguaje hasta su indisciplinada cabellera rubia pasando por una actitud acusada de populista.
La prensa británica lleva todo el fin de semana afirmando que el gobierno intentará mantener las distancias más allá de la inevitable foto y una cena organizada el martes en Downing Street.
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«Cuando hay amigos y aliados cercanos como Estados Unidos y el Reino Unido, lo mejor es que ninguna de las partes se inmiscuya en la campaña electoral del otro», dijo el viernes a la radio privada LBC.
Trump está también enzarzado en la precampaña para las presidenciales de 2020 y, sobre todo, en plena investigación en su contra en la Cámara de los Representantes con miras a un juicio político.
– Manifestaciones el martes –
«El Partido Conservador estará nervioso por cualquier cosa que Trump pueda tuitear porque, por supuesto, eso es algo que no pueden controlar», señala Whitman.
Además, el presidente estadounidense tiene prevista una rueda de prensa el miércoles, al término de la cumbre.
El ambiente en el Reino Unido es especialmente febril tras el atentado del viernes en el Puente de Londres, en que un expreso en libertad condicional tras haber sido condenado en 2012 por terrorismo mató a dos personas e hirió a otras tres a puñaladas antes de ser abatido por la policía.
Johnson responsabilizó a la oposición laborista de la ley que permitió la liberación anticipada del atacante en 2018, lo que la valió ser acusado de utilizar la tragedia como arma política en plena campaña electoral.
Trump y Johnson hablaron al respecto por teléfono el sábado, pero nada transcendió de la conversación.
Como ya ocurrió hace seis meses, cuando el presidente estadounidense realizó una controvertida visita de Estado de tres días a Reino Unido marcada por sus insultos al alcalde de Londres y sus comentarios sobre el Brexit, el martes habrá protestas contra su presencia.
No se prevé sin embargo que sean tan masivas como las de junio de 2018, cuando decenas de miles de personas salieron a las calles para tildarlo de «misógino, homófobo, xenófobo» durante su primera visita al país. AFP