La memoria de los crímenes nazis es «inseparable» de la identidad alemana, declaró el viernes la canciller alemana, Angela Merkel, durante su primera visita al antiguo campo de exterminio nazi de Auschwitz.
La visita a este lugar, símbolo del Holocausto, se produce en un momento en el que la extrema derecha alemana –presente desde hace dos años en el Parlamento– aboga por acabar con esta cultura del arrepentimiento.
«Recordar los crímenes, nombrar a sus autores y rendir un homenaje digno a las víctimas es una responsabilidad que no acaba nunca. No es negociable. Y es inseparable de nuestro país. Ser consciente de esta responsabilidad es una parte de nuestra identidad nacional», aseveró la dirigente, primera jefa de un gobierno alemán que visita este campo desde 1995.
Con la voz quebrada, tras haber escuchado el testimonio de un superviviente que llegó a los 12 años a Auschwitz, la canciller admitió que era «todo menos fácil» acudir a un lugar donde los crímenes de los alemanes «superaron todo lo imaginable»
Merkel insistió en que era «importante» devolver a Auschwitz su nombre completo. Aunque situado en la actual Polonia, el campo estaba en una región «anexionada en octubre de 1939 por el Reich» y que fue «administrada por los alemanes».
«Es importante nombrar claramente a los criminales. Nosotros, los alemanes, se lo debemos a las víctimas y a nosotros mismos», dijo Merkel.
Pese a la «profunda vergüenza» que le generan los crímenes nazis, Merkel aseguró que «el silencio no debe ser la única respuesta».
Frente a la emergencia de actos antisemitas, en Alemania, Europa y el mundo entero, «debemos levantarnos y expresar nuestro desacuerdo», exhortó la canciller.
– Un nombre, una dignidad –
Merkel insistió en que cada una de las 1,1 millones de personas muertas en Auschwitz tenía «un nombre, una dignidad inalterable, un origen y una historia», por lo que les rindió homenaje y aludió a la culpabilidad y el dolor que sienten los supervivientes.
«Me inclino profundamente» ante cada uno de ellos, concluyó.
Antes de Merkel, intervino Bodgan Bartnikowki, de 87 anos, con un emocionante testimonio.
Deportado con su madre a la edad de 12 años, se sintió humillado al ser forzado a desnudarse entre una multitud de mujeres, también desnudas.
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A primera hora de la mañana, Merkel había atravesado el portón del antiguo campo, en el que se lee aún la siniestra consigna nazi: «Arbeit macht frei» («El trabajo nos hace libres»).
La canciller estaba acompañada por el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, por el octogenario superviviente de Auschwitz y por representantes de la comunidad judía.
El jueves, Merkel anunció la concesión de 60 millones de euros a la Fundación Auschwitz-Birkenau para el mantenimiento del sitio donde fueron asesinados más de 1,1 millones de personas entre 1940 y 1945.
La mayoría murieron al poco de llegar al campo de concentración y extermino nazi, situado en la actual Polonia.
La visita de la canciller, que nació nueve años después de la Segunda Guerra Mundial, tiene lugar poco antes de la conmemoración del 75º aniversario de la liberación de Auschwitz por el Ejército Rojo ruso, el 27 de enero de 1945
-Identidad de posguerra-
En Alemania, el recuerdo del Holocausto está en el centro de la reconstrucción de su identidad de posguerra, pero las autoridades están preocupadas por el aumento de actos antisemitas
El jueves Merkel reiteró que la «lucha contra el antisemitismo y contra toda forma de odio» es una de las prioridades de su gobierno
Antes que Merkel, sus predecesores en el cargo, Helmut Schmidt, en 1977, y Helmut Kohl, en 1989 y 1995, visitaron Auschwitz.
En 14 años en el poder, la canciller ha multiplicado los gestos fuertes al visitar Ravensbrück, Dachau, Buchenwald, y el museo del Holocausto Yad Vashem en Jerusalén
En 2008, fue la primera jefa de un gobierno alemán que pronunció un discurso en la Knéset, el Parlamento israelí. Entonces recordó «la vergüenza» que mancha a los alemanes. AFP