Estados Unidos reanudó el sábado en Catar las negociaciones con los talibanes, tres meses después de que el presidente Donald Trump interrumpiese de manera abrupta los esfuerzos diplomáticos para poner fin al conflicto más largo de la historia de su país.
«Estados Unidos volvió a las negociaciones hoy (sábado) en Doha. El foco de discusión será una reducción de la violencia que conduzca a negociaciones intra-afganas y a una tregua», dijo una fuente implicada en estas negociaciones.
El portavoz de los talibanes en Catar, Suhail Shaheen, confirmó la reapertura de las discusiones y afirmó que se reanudaron «allá donde habían sido rotas». El portavoz precisó en Twitter que continuarían el domingo.
Anas Haqqani, hermano del líder de la red Jalaluddin Haqqani (importante rama de la rebelión talibán) participó en las negociaciones, indicó igualmente Shaheen. Anas Haqqani fue liberado en noviembre por el gobierno afgano a cambio de la liberación por parte de los talibanes de dos universitarios: un estadounidense y un australiano.
El Departamento de Estado había anunciado el miércoles que el emisario estadounidense a cargo de las negociaciones con los talibanes, Zalmay Khalilzad, viajaría en una fecha sin concretar a Doha para «retomar las negociaciones».
Ese mismo día, Khalilzad se reunió en Kabul con el presidente afgano, Ashraf Ghani, y otros responsables del país.
El 7 de septiembre, Donald Trump, que prometió «poner fin a las guerras sin fin», y sobre todo al conflicto afgano -iniciado en 2001 y el más largo de la historia de Estados Unidos-, terminó las discusiones directas e inéditas que llevaba adelante desde hacía un año Khalilzad y que parecían bien encaminadas.
Trump anuló además una invitación hecha de manera secreta a los líderes talibanes para reunirse con él, después de la muerte de un soldado estadounidense en un ataque de los insurgentes en Kabul.
En aquel momento aseguró que las negociaciones estaban «muertas y enterradas», pero después pareció flexibilizar su posición y entreabrió la puerta al diálogo siempre y cuando los talibanes pusieran punto final a sus ataques.
El 28 de noviembre, en una visita en Afganistán para apoyar a las tropas en el Día de Acción de Gracias, Trump anunció finalmente la reanudación de las negociaciones.
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«Los talibanes quieren un acuerdo y nosotros nos reunimos con ellos. Les decimos que queremos una tregua y ellos no quieren. Pero ahora sí quieren un alto el fuego», dijo Trump en ese momento. «Y pienso que esto va a funcionar», agregó.
El proyecto del acuerdo perfilado a principios de septiembre preveía el inicio de la retirada progresiva de entre 13.000 y 14.000 soldados estadounidenses, principal reivindicación de los talibanes.
A cambio, éstos tenían que comprometerse a que no haya «terroristas» que perpetren ataques desde Afganistán y a iniciar un diálogo con el gobierno de Kabul, que califican de «ilegítimo».
Sin embargo, sólo prometieron «reducir la violencia». La ausencia de un alto el fuego real en un país exhausto por años de conflicto era un punto especialmente criticado y el acuerdo no recibió un apoyo claro de las autoridades afganas, que se mantuvieron al margen de las negociaciones.
Esta vez, los estadounidenses insisten en la necesidad de un alto el fuego, pero no se sabe a ciencia cierta si los insurgentes están dispuestos a acceder.
Quedarían en el aire además cuestiones importantes como la repartición del poder con los talibanes, el papel de potencias regionales como India y Pakistán y el destino del gobierno de Ghani.
En un mensaje claramente destinado a empezar con buen pie estas negociaciones, Khalilzad elogió el martes las operaciones de los talibanes contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI) en la provincia de Nangarhar, fronteriza con Pakistán. Gracias a este operativo y al de los occidentales y las fuerzas afganas el «Estado Islámico perdió terreno y milicianos», dijo el emisario estadounidense.
Según un sondeo del instituto Asia Foundation publicado esta semana en Estados Unidos, un 88,7% de los 17.812 afganos cuestionados apoya los esfuerzos de paz con los talibanes y un 64% piensa que la paz es posible, porcentaje que representa un aumento del 10% con respecto al año pasado. AFP