El volcán Taal escupía este lunes lava y una gigantesca columna de cenizas y humo al sur de la capital de Filipinas, donde cientos de vuelos internacionales fueron cancelados por miedo a una inminente erupción «explosiva».
Una fina capa blanca cubría las casas y calles de los alrededores del volcán, situado a 65 km de Manila, causando caos en el tráfico.
Al menos 20.000 personas se han refugiado en centros de evacuación, informó el gobernador provincial.
Los geólogos afirmaron que el volcán seguía activo y echaba lava a unos 500 m de altura desde una nueva grieta, en el flanco norte. También se sintieron temblores en la zona.
«Estamos realmente asustados por lo que nos pueda pasar (…) que nuestra casa pueda derrumbarse en un fuerte terremoto y que todos muramos bajo los escombros», dijo Bienvenido Musa, de 56 años.
«¿Quién no tendría miedo? Por eso decidí enviar a mi familia a un centro de evacuación», abundó.
El volcán, que se encuentra en medio de un lago de cráter en un área muy turística, es uno de los más activos del archipiélago, que es una zona de intensa actividad sísmica debido a su posición en el Cinturón de Fuego del Pacífico.
Los colegios de la región, algunas las oficinas gubernamentales en Manila y la Bolsa filipina permanecían cerrados este lunes por precaución.
Las máscaras anticontaminación se agotaron en las tiendas después de que las autoridades advirtieran que la ceniza podía causar problemas respiratorios, sobretodo en los niños y en las personas con enfermedades pulmonares.
Una parte de los vuelos se reanudaron a media jornada del lunes en el principal aeropuerto internacional de Manila, casi 24 horas después de permanecer cerrado por el peligro de la ceniza en el aire para los aviones.
Todavía había, sin embargo, retrasos en el aeropuerto internacional Ninoy Aquino, donde se habían cancelado unos 240 vuelos. Decenas de miles de pasajeros se vieron perjudicados.
«Estoy decepcionado porque este aplazamiento implica gastos extras y esperar es agotador», declaró Joan Diocaras, un filipino de 28 años que trabaja en Taiwán. «Pero no se puede hacer nada».
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La erupción comenzó el domingo con una explosión de vapor de agua a presión y de rocas y la aparición de una columna de 15 kilómetros de alto.
El lunes por la mañana se veían «fuentes» de lava, según el Instituto de Vulcanología y Sismología de Filipinas (Phivolcs).
Las autoridades han elevado la alerta al segundo nivel más alto debido al peligro de una erupción «explosiva» que podría producirse en las próximas horas o días.
El jefe de Phivolcs, Renato Solidum, explicó a la AFP que la lava era una señal de actividad en el volcán, pero dijo que se ignoraba si continuaría.
Los sismólogos de los servicios gubernamentales han detectado magma elevándose hacia el cráter mientras se sienten temblores cerca del volcán, cuya cima está iluminada por rayos.
Estas luces suelen producirse por encima del volcán, en un fenómeno poco conocido que se atribuye a la electricidad estática.
Según Phivolcs han caído escombros de hasta 6,4 cm de diámetro, o más, en las zonas aledañas al cráter.
El organismo ha registrado más de 50 sacudidas sísmicas. La última erupción de Taal fue en 1977, precisó Solidum.
El llamado Cinturón de Fuego del Pacífico designa áreas donde las placas tectónicas chocan, provocan terremotos y actividad volcánica.
En enero de 2018, decenas de miles de personas tuvieron que ser evacuadas debido a una erupción del Monte Mayón, en la región central de Bicol.
La peor erupción de las últimas décadas fue la de 1991 en el Monte Pinatubo, a unos 100 kilómetros al noroeste de Manila, que causó más de 800 muertos. El volcán escupió entonces una nube de cenizas que recorrió miles de kilómetros en pocos días y se le achacó el daño causado a unos veinte aviones. AFP