El escenario del famoso Teatro Colón de Buenos Aires está vacío y silencioso, aunque sus talleres siguen funcionando a toda máquina: no buscan ahora crear mundos de fantasía, sino ayudar a héroes reales mediante la confección de mascarillas para coronavirus.
Los destinatarios son los voluntarios que asisten en la lucha contra el coronavirus en la capital argentina, donde el uso de barbijos es obligatorio por ser el segundo distrito con más infectados después de la provincia de Buenos Aires.
“Esta es una fábrica de sueños e ilusiones (…) La ventaja que tiene el Colón es que todo lo que todo lo que se ve arriba del escenario, todo lo que se ve cuando se abre el telón, se fabrica aquí”, dijo el viernes a Reuters Enrique Bordolini, director general escenotécnico.
Más de 50 voluntarios de las áreas de sastrería, escenografía, efectos especiales, pintura, utilería y maquinaria escénica, que en épocas normales confeccionan todo el material que el teatro utiliza en sus obras, lavan y cortan telas desde el 14 de abril para realizar unas 1.500 mascarillas semanales.
“Estamos llevando adelante una producción bastante importante, colaborando con nuestras autoridades sanitarias del Gobierno de la Ciudad en la confección de tapabocas (…) aprovechando nuestros talleres”, agregó Bordolini en un taller.
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Los sastres del Colón cambiaron el raso y el terciopelo por telas como friselina y lienzo para confeccionar un modelo de mascarilla desechable y otro reutilizable que llevan estampado el logo del teatro.
“Siento la misma alegría que cuando hago vestuarios. Para mí es el mismo orgullo (y lo hago) con las mismas ganas”, dijo a Reuters Stella Maris López, jefa de la sastrería del teatro.
Todos los bares, restaurantes, teatros, museos y otros sitios públicos han estado cerrados en Argentina desde el 20 de marzo, cuando el Gobierno dictó una medida de aislamiento social obligatorio para limitar la propagación del coronavirus. Hasta el viernes, había 3.435 casos y 167 muertos en el país. Reuters