El buque Fortune, el primero de los cinco barcos de Irán que llevan a Venezuela gasolina y productos petroleros, atracó este lunes en el puerto de una de las principales refinerías del país caribeño, vacía de combustible en medio de una crónica escasez.
La embarcación ancló en El Palito, un enorme complejo refinador en Puerto Cabello (estado Carabobo, norte) que llegó a tener capacidad para sacar al mercado 140.000 barriles diarios de gasolina, pero cuya producción se ha desplomado con el colapso de la industria petrolera venezolana.
Los buques «traen combustible, aditivos, repuestos, entre otros equipamientos, para levantar nuestra capacidad de refinación y producción petrolera», celebró el ministro de Petróleo, Tareck El Aissami, en un breve acto protocolar rodeado de altos mandos militares con el Fortune a sus espaldas.
El Aissami, viceministro de economía del presidente socialista Nicolás Maduro y sancionado y acusado de «narcotráfico» por Estados Unidos, fue nombrado en ese cargo el pasado 27 de abril con la promesa de reestructurar la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA).
«¡Seguimos avanzando y venciendo!», escribió más temprano el ministro en Twitter, al considerar como un triunfo la llegada de los buques, un envío que provocó un cruce de declaraciones tensas entre Teherán y Washington.
Un segundo barco, el Forest, ingresó este lunes a aguas jurisdiccionales venezolanas, informó la Armada en Twitter.
Tal como el Fortune 24 horas antes, el Forest es escoltado por barcos y aviones de la Fuerza Armada. El buque navegaba en la tarde de lunes en las proximidades del insular estado Nueva Esparta (noroeste Venezuela), según el sitio web Marine Traffic.
Se espera la llegada de otras tres embarcaciones en los próximos días: Petunia, Faxon y Clavel.
La flota en total transporta unos 1,5 millones de barriles de gasolina, según reportes de prensa.
– Sequía –
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Sin embargo, la escasez se agravó durante la cuarentena decretada en marzo pasado por el gobierno de Maduro ante la pandemia por el nuevo coronavirus, lo que ha derivado en un mercado negro en el que un litro de gasolina llega a venderse por tres dólares, en contraste con irrisorias tarifas oficiales.
Maduro y altos funcionarios festejan la llegada de los buques como un triunfo, después de que Teherán advirtiera de «consecuencias» si Washington, su principal enemigo desde hace más de 40 años, los bloqueaba. Estados Unidos, en tanto, expresa «preocupación» por «el papel cada vez mayor» de Irán en Venezuela.
«No nos vamos a arrodillar jamás», clamó el domingo el mandatario.
Con la llegada a la presidencia en 1999 de Hugo Chávez, fallecido en 2013, las relaciones entre Teherán y Caracas se estrecharon, tendencia que ha seguido profundizando Maduro.
Pero expertos como Luis Oliveros creen que el impacto del apoyo iraní será limitado.
La producción de crudo de Venezuela ha caído en barrena (unos 600.000 barriles diarios en la actualidad, según la OPEP, frente a más de tres millones hace una década) y su sistema refinador de combustibles no es ajeno a la situación. Las refinerías venezolanas apenas cubren, según Oliveros, un quinto del consumo interno.
Ello ha obligado a importar gasolina en los últimos años.
La situación se ha complicado aún más con las sanciones financieras de Estados Unidos contra Venezuela y PDVSA.
Washington desconoce la reelección de Maduro en 2018 al denunciarla como fraudulenta. Reconoce en cambio, junto a medio centenar de gobiernos, al líder legislativo Juan Guaidó como presidente interino. AFP