Ken Hutton está preocupado porque la Isla Gran Ábaco, donde vive en Bahamas, esté lejos de ser reconstruida luego de ser devastada por el huracán Dorian en 2019, pero se prepara para otra temporada ciclónica en medio de la pandemia de coronavirus.
Hutton, un consultor de negocios, se siente afortunado de haber sobrevivido a Dorian, que arrancó persianas y destruyó las ventanas de su casa.
Sin embargo, aún no hay agua, ni electricidad en su área, dependiendo de un generador y un pozo. Y muchas de las organizaciones que habían estado ayudando en la reconstrucción han suspendido el trabajo debido a la pandemia.
“Todavía no estamos en condiciones de estar preparados para otro huracán”, dijo.
El Caribe ha sido golpeado por dos tormentas tropicales antes del inicio de la temporada de huracanes el 1 de junio, una de las cuales comenzó justo en Bahamas, añadió Hutton.
“Hay muchas personas caminando por aquí ahora con estrés postraumático”, señaló.
Dorian causó daños estimados en 3.400 millones de dólares, más de una cuarta parte de la producción anual de las Bahamas o el equivalente a que Estados Unidos pierda la producción conjunta de California, Texas y Florida, según el Banco Interamericano de Desarrollo.
En el Caribe, las naciones insulares se enfrentan ahora a un doble golpe de un pronóstico de temporada de huracanes más activa de lo habitual, unido a una pandemia que ha agotado las arcas públicas y golpeado al turismo, uno de sus principales ingresos.
La National Oceanic and Atmospheric Administration pronosticó la semana pasada entre 13 y 19 tormentas anunciando sus nombres para este año, luego de vaticinar 18 tormentas en 2019 y 15 en 2018, ambas por encima del promedio de 12.
Pero el Caribe ha usado gran parte de los amortiguadores fiscales que normalmente habría preparado para responder a la temporada de huracanes, dijo el presidente del Banco de Desarrollo del Caribe (BDC), Warren Smith.
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“No podemos ubicar a tanta gente en un refugio, lo que significa que debemos tener muchos más refugios disponibles para nosotros”, dijo a Reuters el primer ministro de Santa Lucía, Allen Chastanet.
TORMENTA ECONOMICA
Según el BDC, al menos nueve naciones del Caribe, incluidas las Bahamas y Santa Lucía, dependen del turismo en un 40 por ciento o más para su producción económica.
Estos países han tenido que absorber los altos costos de la gestión de los brotes del virus, incluso cuando han perdido ingresos por la interrupción del turismo debido a los cierres de fronteras, mientras han proporcionado una red de seguridad social a más personas.
Katrina Butt, una economista senior de América Latina de AllianceBernstein en Nueva York, dijo que algunas naciones del Caribe habían aprovechado ya fuentes típicas de financiamiento de emergencia, que “opciones de financiamiento (limitadas) para recuperarse de un desastre natural”.
Las perspectivas económicas no parecen mejorar pronto, ya que el Caribe enfrenta una contracción regional del 6,2 por ciento, según el Fondo Monetario Internacional.
“Los pequeños estados insulares dependen en gran medida del turismo y las remesas. Ambos están ahora paralizados”, dijo el jueves el secretario general de la ONU, Antonio Guterres. “Los hogares que tenían un ingreso seguro están en riesgo inminente de pobreza y hambre”, añadió.
El principal meteorólogo de Cuba, José Rubiera, dijo a Reuters que no había razón para alarmarse esta temporada, ya que todo dependía de las rutas de cada tormenta. “Un sólo huracán puede ser devastador, mientras que puede haber muchos que no golpeen”, dijo. “Todo es muy relativo, pero la regla general es estar siempre bien preparado”, señaló. Reuters