La Habana inició el viernes un desconfinamiento gradual después de más de tres meses de restrcciones por la pandemia de coronavirus, pero no hubo señales de turistas en las calles, mientras en Cuba la gente se preocupaba por la escasez de alimentos y otros productos básicos.
La capital cubana, de 2,2 millones de habitantes, fue la última provincia en ingresar a la primera fase de la reapertura para emprender la recuperación pos-COVID19, aunque manteniendo el uso de mascarillas y el aislamiento físico. Todas las restantes provincias, menos Matanzas, comenzaron la fase 2.
El Gobierno había anunciado en junio un programa para avanzar hacia la normalidad en el país, donde los residentes pudieron usar el transporte público y taxis privados, así como disfrutar de playas y caminatas por el Malecón, el afamado paseo marítimo de la capital.
Cuba cerró sus aeropuertos en marzo y, aunque algunos hoteles están abiertos en los cayos de la isla, no hay indicios de cuándo La Habana y otras ciudades podrían permitir el regreso de visitantes extranjeros.
“Es como ir respirando poco a poco el aire puro que nos ha faltado”, dijo Norma Hernández, una médico veterinaria que renta una habitación para turistas en el barrio de El Vedado. “Desde el punto de vista económico ha sido fatal, pero tengo esperanza en que todo vuelva a la normalidad”, dijo a Reuters.
Durante cerca de cuatro meses, La Habana, normalmente alegre y bulliciosa, pareció dormida, con poco tránsito y sin vida nocturna, mientras los residentes solo salían en busca de suministros, lo que podía conllevar horas de colas.
“Estoy muy contenta porque ya abrieron y así uno puede ir a la playa, sacar a los niños a pasear con mucho cuidado para cumplir con las medidas”, dijo Yajaira Pulido al hacer una parada en su plan de ejercicios físicos por el Malecón.
Ahora, los capitalinos pueden cenar y tomar una copa, aunque con distanciamiento social y el uso obligatorio de mascarillas.
Además, se reanudaron los servicios médicos, el transporte urbano con capacidades limitadas en los ómnibus, mientras que las escuelas reanudarán sus clases en septiembre.
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“No hay contradicción entre la salud pública y la apertura de la economía”, dijo recientemente el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel.
CRISIS ECONÓMICA
Moraima Cabrera, propietaria del restaurante Bom Apetíte, dijo que se estaba preparando para abrir y que las medidas de seguridad incluían una prueba rápida de COVID19 para su personal y la confección de un menú electrónico.
“Ahora tenemos problemas con los suministros. Adaptaremos lo que tenemos para ofrecer lo que hay y esperamos que las cosas mejoren en un futuro”, sostuvo.
Eso seguramente llevará tiempo. Funcionarios han advertido que la región enfrenta una caída de casi el 10% en la actividad económica y años de crisis, en medio de las sanciones que aplica el gobierno de Estados Unidos.
La ineficiente economía de estilo soviético importa dos tercios de sus alimentos y la mitad de su combustible y materias primas. La escasez apareció hace un año y ahora se ha vuelto crónica.
“Va a empeorar. Es realmente ya difícil la alimentación”, dijo el administrador de un restaurante estatal en La Habana que prefirió mantenerse en el anonimato. Reuters