
ESPECIAL / LA HABANA.- En la tienda Isla de Cuba, frente al Parque de la Fraternidad, en el corazón de La Habana, una mujer con un brazalete rojo distribuye boletos de cartón con un número estampado con bolígrafo a cientos de personas que hacen cola. comprar muslos de pollo.
El mercado abre a las nueve de la mañana, pero a partir de las dos de la madrugada se empezó a organizar la cola. Mayara, una mulata obesa, anota los nombres de quienes llevan tres días esperando para comprar pollo o lo que aparezca en un cuaderno escolar. Es como un sorteo, dice, “la gente hace fila sin saber lo que van a vender. A veces es pollo, picadillo de pavo, perros (salchichas) o no sale nada ”.
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El pedazo de geografía habanera donde se ubica la tienda Isla de Cuba es muy peculiar. Si vienes del sur de la ciudad, la calle Monte delimita, a la izquierda con Centro Habana y a la derecha con La Habana Vieja, dos municipios duros, con cientos de casas que amenazan con derrumbarse y cuyos habitantes el régimen considera ‘contrarrevolucionarios’, porque en esos barrios se juegan juegos prohibidos, se prostituye a los jóvenes y se venden drogas y psicotrópicos. Díaz-Canel no es muy popular allí, aunque la gente prefiere alejarse de la política. Se prioriza la ‘pelea’. Un término popular equivalente a sobrevivir, prosperar, en las difíciles condiciones del anacrónico socialismo marxista cubano.DLA