«Las sanciones deben golpear a aquellos contra quienes van dirigidas y no afectar a los que las aplican»,
Así lo expresó el presidente austriaco, Alexander Van der Bellen, quien explicó que la postura de Viena consiste en que un embargo al gas «no es posible», porque se afecta más a quienes imponen el embargo que a la propia Rusia.
El desempleo masivo y el derrumbe de los países son los pronósticos de llevar a los hechos el embargo, debido al hecho de que la economía de Alemania depende del combustible ruso y si se derrumba, lo mismo pasará con la austriaca, sin necesitar ser demasiado inteligentes.
De esta manera,
Austria se opone al embargo del gas ruso, informó su canciller Karl Nehammer, durante una rueda de prensa con el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, que también critica duramente la estrategia de presión de la UE sobre Rusia. Coincidiendo ambos en que el daño no es para el país que se pretende «castigar», sino para quienes quieren imponer dicho «castigo».