Como ex periodista, sé bien cómo los medios de comunicación pueden distorsionar y manipular una historia para promover la narrativa elegida.
También sé que en la niebla de la guerra puede resultar difícil determinar los hechos. Pero es inaceptable que Hamás haya impulsado una narrativa totalmente inverosímil (que Israel bombardeó deliberadamente un hospital en Gaza) y que los medios estadounidenses transmitieran esa propaganda sin ninguna vacilación ni remordimiento de conciencia.
El New York Times llegó incluso a publicar una fotografía de un edificio destruido, uno que sabían que no era el hospital en cuestión.
Esa historia, adoptada, adoptada y republicada en todo el Medio Oriente, en nuestros campus universitarios y por los progresistas típicamente antiisraelíes en el Congreso, no sólo ha alimentado más violencia; ha planteado serias dudas sobre el estado de nuestros medios de comunicación tanto como sobre nuestro sistema educativo, nuestra juventud y nuestra política./Kari Lake