La tragedia del 13 de febrero que mató a 21 y dejó heridos a 39, parece que no causó conciencia en nadie. El chofer del autobús de Transportes Frontera subía pasaje a medio camino, la carretera está en pésimas condiciones y las plumas de acceso brillan por su ausencia en el crucero donde fue el impacto con el tren.
Las continuas paradas por pasaje y el pésimo estado en que se encuentra la carretera que conduce a Ciudad Anáhuac, Nuevo León, colocan a los neolaredenses sobre una bomba de tiempo. Tal y como sucedió hace un mes, precisamente un viernes 13, el autobús de la línea Frontera partió de la terminal de Nuevo Laredo, en punto de las 5:12 de la tarde, con apenas la mitad de su ocupación en la unidad.
El autobús se encaminaba para salir de la ciudad, previo a ello, detuvo su marcha en el crucero de Carretera Anáhuac y Eva Sámano, para subir más pasaje; el reloj marcaba ya las 5:30 de la tarde.
Sólo dos minutos transcurrieron, para que el autobús nuevamente hiciera una segunda parada, bajo el puente Mazatlán para subir más pasaje y a las 5:36, justo a la entrada del fraccionamiento a Villa de San Miguel, de nueva cuenta hizo una tercera parada, para subir a un matrimonio con dos hijos; ellos pagaron y se les entregó boleto… esto se pudo observar desde el asiento 24.
Ya con estas subidas extras de pasaje, fue como lograron ocuparse todos los asientos; algunos pasajeros dormían, otros platicaban entre ellos, algunos pasaban el tiempo observando sus celulares, juegos de videos y hasta laptops… eso mismo narran los sobrevivientes que pasó en aquel mortal viaje.
El recorrido continuó sin contratiempo alguno, el largo trayecto solamente se vio interrumpido por elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) quienes por algunos momentos revisaron el autobús, interrogando a uno que otro pasajero, al igual que su equipaje.
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Al pasar este retén, el recorrido continuó y si el viaje era largo, lo fue un poco más cuando el conductor bajó la velocidad, para poder transitar por una carretera estrecha y llena de enormes baches, algunos de los cuales fácilmente sobrepasaban el tamaño de una llanta del autobús.
Por estas pésimas condiciones, quienes transitan en la carretera en algún momento se ven obligados a invadir carril, acción que también pone en riesgo su vida al esquivar algún hoyo.
El viaje continuó y faltando un kilómetro aproximadamente para llegar al cruce en el kilometro 198 de la carretera Libre a Nuevo Laredo a la altura del Ejido El Camarón, sitio del fatal accidente, el autobús detuvo su marcha, la fila de vehículos era larga para cruzar con precaución las vías.
Aquí, sitio en el cual el pasado 13 de febrero cambió el destino de varias familias de Nuevo Laredo y Anáhuac, lucía sin cambio alguno, solamente se encontraba el señalamiento grande de alto y dos más que decían ‘cruce ferroviario’, los mismos elementos de prevención que existían antes de la tragedia.
Por la experiencia vivida, es un hecho que solamente quienes tienen la necesidad de viajar de Nuevo Laredo a Ciudad Anáhuac (o viceversa) lo hacen, ya sea por cuestiones laborales, de salud o alguna emergencia, pero nunca por motivos de placer, este último prácticamente se podría considerar un suicidio por las circunstancias antes expuestas.