No es un rojo como tal, ni un marrón. No es un granate, ni un berenjena, ni un burdeos. No es un color teja, ni arcilla, ni terracota. Hablamos del Marsala, o expresado de otro modo, el Pantone 18-1438, un color que toma su nombre de la tonalidad de la tierra y de los vinos de la ciudad siciliana homónima y que fue elegido color del año 2015 el pasado 4 de diciembre.
«Su matiz de buen gusto encarna la riqueza satisfactoria de una comida saciante, a la vez que de sus raíces de color marrón rojizo emana una terrenidad sofisticada y neutral», afirmó entonces Leatrice Eiseman, directora ejecutiva del Pantone Color Institute, quien también sustuvo que este color «enriquece nuestra mente, cuerpo y alma».
Cada año, el mundo entero espera la decisión de Pantone sobre cuál será el color estrella. Esta empresa estadounidense nació en los años 60 como un negocio de impresión y diseño gráfico y en la actualidad es un referente de diseño —de hecho, Pantone se autodenomina «la autoridad global del color»— que dicta la norma del mercado venidero. Prueba de ello es que tres meses después de su elección del Marsala, este color ya ha teñido todo tipo de superficies y objetos, desde vestidos de pasarela, a paredes y elementos decorativos, pasando por cosméticos, o carcasas de iPhone.
¿CÓMO SE ELIGE EL COLOR DEL AÑO?
¿Quiénes son las personas que deciden que el color del año es uno y no otro? ¿Cómo lo eligen y con qué criterios? «Una vez leí en una revista alemana que lo decide un grupo de personas que se sientan, beben demasiado y de allí donde cae el dedo sale el color del año», dice con sorna Carola Seybold, directora de Pantone Europa, que ha visitado Madrid con motivo de la presentación de una alianza a tres bandas con la marca de pinturas ALP y Leroy Merlin para comercializar una colección de pinturas en tonos Pantone.
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«Obviamente no es así», afirma Seybold. Detrás de esa elección están tres directivos de la firma —la ya mencionada Eiseman, Laurie Pressman y David Shah— más un grupo de 40 expertos de todo el mundo que se mantienen en contacto permanente. «Tienen en cuenta muchos factores: cuestiones sociales, el momento económico, películas, vídeos o música del momento, qué color piensan que es importante en ese momento algunas grandes empresas…», explica Seybold. «Entre todos deciden una familia de color. Si creen que se necesita energía, por ejemplo, piensan en la gama de los rojos y a partir de ahí, en qué dirección ir dentro de una paleta que engloba 2100 tonos… si ir hacia el amarillo o hacia el marrón. Una vez elegido el tono concreto, hay que encontrar el nombre. Es muy importante que no signifique nada inconveniente en ningún lugar del mundo», apunta.
En 2012, el color del año fue el Tangerine Tango, un naranja rojizo. «Estados Unidos estaba en recesión y la gente necesitaba ánimo e impulso y por eso se eligió», recuerda Seybold. Un año después fue el turno del Esmeralda: «Significaba la naturaleza, pero también la piedra preciosa. Después de la recesión, la gente empezaba a tener más dinero y quería gastarlo, así que quisimos dar una idea de lujo». En 2014, el color del año fue el Orquídea Radiante. «Este es el tono de la creatividad y la innovación. Para impulsar el mercado son necesarias esas dos cualidades», apunta la directiva de Pantone.
MARSALA, EL PRIMER COLOR DEL AÑO CRITICADO
En 2015 el color coronado fue el Marsala y ha sido la primera vez en la que Pantone ha recibido críticas por su elección. «Los de anteriores años eran colores vivos y alegres y la gente los entendía de manera automática», reflexiona Seybold. «El Marsala hay que entenderlo; no es un color que te haga gritar ‘¡Wow!’, sino que apela más al interior. Aporta los bajotonos del marrón, que sugieren confianza y confort, mientras que el rojo habla de energía», puntualiza.