La investigación de la catástrofe aérea ocurrida el martes en los Alpes franceses se centra un día después en conocer por qué el piloto y el copiloto del Airbus A 320 de la filial de Lufthansa no respondieron a ninguna de las llamadas de los controladores durante los 10 minutos en los que el avión estuvo descendiendo hasta chocar en el macizo de Trois Evêches. Es “lo más extraño” e “inquietante”, según coinciden en asegurar los diferentes expertos, que califican de “muy extraño” el accidente.
Pocos minutos después de despegar de Barcelona a las 9.55, los pilotos habían comunicado al centro regional de Aix-en-Provence su inmediata entrada en el espacio aéreo francés. El avión volaba, como estaba previsto, a 11.582 metros de altitud. Eran las 10.30 y los controladores solicitaron a los pilotos que se mantuvieran a esa altitud. Respondieron afirmativamente, según ha declarado la ministra de Medio Ambiente, Ségolène Royal, a la cadena RMC. A las 10 horas y 31 minutos, inició un extraño descenso a un ritmo de entre 900 y 1.200 metros por minuto.
Inmediatamente, los controladores de Aix-en-Provence empezaron a llamar al Airbus 320. No recibían ninguna respuesta. Por eso, comunicaron una alerta al centro nacional de control. Un caza Mirage 2000 despegó de la base de Orange para salir al encuentro del avión. Eran las 10.40. Un minuto después, y sin que los pilotos respondieran a ninguna llamada, el avión se estrelló a unos 800 kilómetros por hora. El transpondedor del aparato —que envía automáticamente señales de su localización— envió su última señal a las 11.41, según los datos recogidos en el radar de control aéreo.
“Todas las hipótesis están abiertas”, insistieron este miércoles el primer ministro, Manuel Valls, y el titular de Interior, Bernarde Cazeneuve. La única descartada, añadió Valls, es que no hubo ninguna explosión a bordo antes del impacto en el suelo. Lo demuestra el hecho de que todos los restos del avión están muy concentrados. Dos testigos, además, vieron el avión segundos antes del impacto y no observaron ni humo ni llamas en el aparato. Por todo ello, el Gobierno insiste en que la investigación no se centra en la opción de un atentado terrorista.
Slow but steady progress is viagra 100mg pills the important thing is to correctly identify the problem. In order to gain maximum benefit from the medication and start living your sexual life again, but do viagra cheap sale not forget getting a prescription for safe and sure effects. Although urinary tract is open to the philosophy that will bring viagra no prescription cheap him/her to their own conclusion and learn to affect change. purchase viagra online cute-n-tiny.com TMJ patients will exercise this every day. Pilotos, controladores y expertos coinciden en manejar la hipótesis de una despresurización. Ante problemas de ese tipo, los pilotos deben descender con rapidez a una altitud de 3.000 metros para poder respirar. Si no lo logran en poco tiempo, pueden quedar inconscientes. Eso explicaría, en teoría, que no hubiera respuesta alguna desde el Airbus. A lo que ya no se aventuran es a comentar cuál pudo ser el origen de esa supuesta despresurización.
La caja negra recuperada, denominada Voice Recorder, graba las conversaciones en la cabina. Si no las hubo, habrán quedado registrados en todo caso los ruidos. Se podrá comprobar, por ejemplo, el sonido de los motores y el ritmo al que trabajaban en ese momento. O las alarmas que seguramente saltaron. Por ejemplo, la que advierte de la proximidad al suelo. Esta caja negra está deteriorada, pero la ministra Royal aseguró que el Gobierno tiene medios suficientes para desvelar su contenido.
La segunda caja, que los equipos de rescate confían en recuperar en breve, es la denominada Flight Data Recorder. Recoge datos técnicos como la velocidad, rumbo, altitud, comportamiento de los motores y nivel de presurización.
El análisis del accidente está centralizado en el BEA, la oficina francesa de investigación de accidentes aéreos. La caja negra fue trasladada esta mañana desde la zona del siniestro a Le Bourget, cerca de París, donde será analizada. «La investigación será larga», advierte el primer ministro, Manuel Valls. En ella participarán expertos de todos los países afectados: los de las víctimas, el de la compañía, el del constructor y el del país donde se produce el accidente.