Oneida Luna reza a menudo por su hermana Mélida, quien lleva más de ocho meses detenida junto a su hija pequeña en un centro de detención de Texas, tras haber cruzado la frontera ilegalmente en 2014.
«Estoy triste porque tanto tiempo que lleva ella allí», dijo Luna, una inmigrante guatemalteca que vive en Long Island, Nueva York. «Es una injusticia. Sobre todo por la pequeña, que tiene tan sólo cuatro años».
El caso de Mélida Luna, de 29 años, es el de muchas otras mujeres centroamericanas que llevan detenidas meses en los centros de detención de Karnes y Dilley, en Texas, con sus hijos, tras la oleada de mujeres inmigrantes que cruzó la frontera en el 2014 con los menores, huyendo de la violencia y pobreza que azota sus países de origen.
Activistas de varios grupos, entre ellos Families for Freedom, se manifestaron el martes en Nueva York para exigir que cesen las detenciones, las cuales describieron como injustas e inhumanas.
Según estadísticas recientes del Departamento de Seguridad Interna, el número de refugiados centroamericanos se ha duplicado en el último año, con más de 61 mil «unidades familiares» (madres e hijos en su mayoría) y 51 mil niños no acompañados cruzando ilegalmente la frontera con Estados Unidos.
Tras ser arrestadas en la frontera, las mujeres son detenidas hasta que un juez determina su caso y decide si son deportadas o pueden quedarse de momento en Estados Unidos.
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Un portavoz de los Servicios de Inmigración y Control de Aduanas dijo a The Associated Press que los centros de detención son una parte importante de la respuesta del gobierno «al aumento sin precedentes en inmigración ilegal que ocurrió el verano pasado».
«Los centros residenciales familiares son una alternativa humana y efectiva para mantener la unidad familiar al tiempo que las familias pasan por el proceso migratorio o esperan el regreso a sus países de origen», dijo el vocero Luis Martínez.
El portavoz también dijo que su agencia analiza cada caso de forma separada, teniendo en cuenta los factores y méritos de cada uno.
Luna dijo que esta es la segunda vez que su hermana Mélida cruza la frontera ilegalmente. A pesar de que fue detenida la primera vez, hace más de una década, fue dejada en libertad e inició una vida en Estados Unidos. Aun así, decidió regresar a Guatemala para estar con su madre, que estaba enferma.
Además de su hija Estrella de cuatro años, Mélida tiene a otra hija de 10 años nacida en Estados Unidos, que espera su regreso en Long Island, junto a su padre, dijo Luna.