Estados Unidos y Cuba dieron este martes un primer paso hacia el diálogo de los derechos humanos, el más complejo en su ya de por sí complicado proceso de normalización de relaciones. El tema que más diferencias ha provocado durante las últimas décadas ha echado a rodar despacio y de manera incierta cuando quedan menos de dos semanas para que los presidentes Barack Obama y Raúl Castro se sienten juntos por primera vez en la misma mesa en la Cumbre de las Américas en Panamá. Según confirmaron ambas partes lo que se debatió este martes fueron cuestiones de “metodología, temas y estructura» de las próximas conversaciones.
La delegación cubana estuvo encabezada por Pedro Luis Pedroso, subdirector general de Asuntos Multilaterales y Derecho Internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores. Y la estadounidense por Tom Malinowski, el secretario de Estado adjunto para Democracia, Derechos Humanos y Laborales.
«El ambiente del encuentro fue profesional», dijo el Departamento de Estado -sede de la cita- en un comunicado. Existe un «amplio acuerdo», según Washington, sobre el «camino a seguir para un futuro diálogo sustancial» sobre los derechos humanos, aunque por el momento no hay ni lugar ni fecha para el mismo. Esos son detalles «a determinar a través de canales diplomáticos», señala la nota oficial estadounidense.
Cuba había anunciado la semana pasada su intención de abrir un diálogo “diferenciado” sobre el tema, donde apuesta por presentar su visión con énfasis en sus logros nacionales e internacionales: el derecho a la educación y el acceso a la salud. Y, de paso, “abordar preocupaciones sobre la situación de derechos humanos en EE UU que no son solo preocupaciones de Cuba, sino de la sociedad norteamericana y de la comunidad internacional”, según adelantó el lunes la representante permanente de Cuba en Ginebra, Anayansi Rodríguez, quien también viajó a Washington para este encuentro.
Estas preocupaciones van desde la «agudización de la brutalidad y abuso policial con un patrón discriminatorio» en EE UU a las «violaciones de derechos humanos en la llamada lucha contra el terrorismo, incluida la tortura, las ejecuciones extrajudiciales con uso de drones y el espionaje y vigilancia extraterritorial», subrayó la Cancillería cubana en un comunicado al término de la reunión.
Pero EE UU, que cuando se refiere a derechos humanos en Cuba resalta sobre todo la libertad de expresión o de reunión, en los que dice ver graves violaciones en la isla, ha subrayado que esta primera cita en el Departamento de Estado era “preliminar” y más que nada “preparatoria” para un diálogo más profundo.
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«Cada parte sacó a relucir preocupaciones sobre temas de derechos humanos y las dos partes manifestaron su disposición a discutir un amplio espectro de temas en futuras conversaciones sustanciales», corroboró el Departamento de Estado, sin entrar en detalles.
Esas diferencias “sustanciales” son tanto en materia de “percepciones” sobre derechos humanos como de “balances”, puesto que Cuba considera que los derechos civiles, políticos y económicos son “indivisibles” de los culturales y sociales, explicó la alta funcionaria cubana. La Habana los ve de una forma “integral” y ninguno de estos derechos tiene un “valor superior a otros”, insistió.
Rodríguez celebró que ambos países se hayan sentado a hablar sobre el delicado tema. “Se ratificó que somos capaces de tener una conversación respetuosa, profesional civilizada en esos temas” pese a las “diferencias”, apuntó.
Sus palabras son una prueba más del interés de la isla en continuar un acercamiento a EE UU que tendrá su máxima expresión en la cita presidencial en Panamá y en el esperado anuncio de la reapertura de embajadas, algo que también podría ser anunciado en la reunión.
Los dos países alejados en política, comercial y económicamente durante más de medio siglo llevan en marcha tres meses de negociaciones para normalizar sus relaciones. Una de las últimas citas tuvo lugar la semana pasada en La Habana, cuando una delegación estadounidense del Departamento de Estado abrió las conversaciones sobre las telecomunicaciones. En el encuentro se constató el interés de Cuba por expandir su conectividad, aunque La Habana tiene intención de mantener su control sobre el acceso a las redes.