Las mujeres activistas afganas que están trabajando para mejorar la situación de los derechos humanos en el país se enfrentan a una creciente violencia, incluyendo amenazas, abusos sexuales y asesinatos, dijo Amnistía Internacional.
Tanto el gobierno afgano como la comunidad internacional han abandonado a las activistas a pesar de los avances logrados en la última década, dijo la agencia, con sede en Londres, en un informe.
Basándose en entrevistas con más de 50 mujeres comprometidas y sus familiares en todo el país, Amnistía concluyó que las autoridades afganas han ignorado constantemente o han rechazado actuar ante amenazas a las mujeres.
«La falta de protección es simplemente sorprendente», dijo a periodistas Salil Shetty, secretario general de Amnistía Internacional. Apuntó que de los 50 casos estudiados en el país, solo en uno se realizaron arrestos. En todos los demás, las quejas fueron desatendidas o ignoradas por los responsables.
La publicación del informe coincide con la revisión de las actitudes tradicionales afganas hacia las mujeres tras algunos casos de abusos y violencia de alto perfil.
A finales de marzo, una mujer de 27 años fue golpeada hasta la muerte por una turba en el centro de Kabul, mientras una multitud observaba y filmaba el ataque. Testigos dijeron que la policía no evitó el ataque y que en algunos casos participó.
La mujer, conocida como Farkhunda, había sido falsamente acusada de quemar un Corán, según investigadores del gobierno. Su asesinato fue ampliamente condenado y muchos activistas creen que se convertirá en el punto de inflexión que cambiará la cultura de la impunidad reinante en el país en lo referente a los abusos sobre mujeres.
Aunque Shetty dijo que muchos ataques sobre mujeres activistas de derechos fueron perpetrados por extremistas religiosos como los talibanes y otras fuerzas conservadoras, funcionarios del gobierno, comandantes locales e incluso colegas de las mujeres participaron también en la violencia contra ellas.
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A pesar de las protecciones legales, Amnistía dijo que las trabajadoras por los derechos de las mujeres que informan de violencia o ataques corren un riesgo mayor solo por hablar de ello.
Afganistán aparece de forma habitual en los estudios sobre los peores lugares del mundo donde nacer mujer.
Fuera de las principales ciudades del país, las mujeres que trabajan fuera de casa se enfrentan a amenazas diarias de morir asesinadas o ser secuestradas, tan sólo porque osan trabajar, afirmó Hasina Safi, responsable de la Red de Mujeres Afgana, una organización sin ánimo de lucro que trabaja con mujeres para aumentar la concienciación sobre sus derechos.
«Por supuesto nos preocupa como mujeres, como miembros de la sociedad que quieren trabajar y permanecer en Afganistán«, dijo.
En los años tras el régimen talibán (que duró de 1996 a 2001) se han dado grandes pasos en el acceso a educación y sanidad de las afganas, pero en general se las sigue considerando como inferiores a los hombres y se las trata en consecuencia.
Las niñas jóvenes se casan con hombres mayores, se venden para pagar deudas y se les prohíbe abandonar el hogar familiar, a menudo aunque sólo quieran recibir tratamiento médico.
Se han dedicado cientos de miles de millones de dólares a programas para mejorar las vidas de las mujeres, pero sus derechos constitucionales siguen viéndose ignorados en gran parte. El presidente, Ashraf Ghani, que asumió el cargo en septiembre, ha prometido garantizar que se respetan esos derechos.
El informe de Amnistía también instó al gobierno afgano a asegurar que todas las acusaciones de amenazas o ataques contra mujeres activistas de derechos civiles se investigan de forma completa e imparcial, y que se exigen responsabilidades a los responsables.