Por sexta ocasión consecutiva, el inicio del año en Estados Unidos resultó decepcionante, con un crecimiento económico trimestral por debajo del promedio y muy lejos de cumplir las expectativas.
LASTRE DEL SUPERDÓLAR
En un momento en que la coyuntura está definida por un escenario de débil demanda global, Estados Unidos parecía ser el único faro de dinamismo de la economía mundial. Sin embargo, la recuperación del país con el mayor Producto Interno Bruto (PIB) del planeta sufrió un revés en el primer trimestre de 2015.
El Departamento de Comercio anunció que el PIB de Estados Unidos creció apenas 0.2 por ciento anual, debajo de la expectativa promedio de analistas de 1 por ciento.
La apreciación del dólar está haciendo estragos en la actividad económica estadounidense. Para el primer trimestre del año, las exportaciones cayeron a una tasa anual de 7.2 por ciento, dado que los bienes americanos son más caros en el exterior.
El déficit comercial registrado en este periodo le restó 1.26 puntos porcentuales al PIB de Estados Unidos.
No obstante, las importaciones también decrecieron, aunque en menor medida. Analistas coinciden en que esto representa un riesgo para México, cuyo mayor socio comercial es Estados Unidos.
El sector exportador de México es el componente más dinámico de la economía nacional.
CONSUMO CONGELADO
Nuevamente el duro invierno está siendo señalado como parcialmente responsable por la desaceleración económica de Estados Unidos durante el primer trimestre del año.
Las fuertes nevadas que azotaron partes del país causaron que algunos negocios cerraran y mantuvieron a partes de la población sin trabajar y sin salir de compras, lo cual explicaría por qué el gasto en consumo creció sólo 1.9 por ciento después de expandirse 4.8 por ciento en el cierre del 2014.
Esta desaceleración se mantiene a pesar de que factores como los menores precios petroleros y la fuerte creación de empleo durante los últimos meses deberían de estar estimulando a los consumidores a gastar en mayores cantidades.
Por otro lado, la tendencia de debilidad en las cifras del primer trimestre ha levantado cuestionamientos acerca de los métodos de ajuste estacional utilizados por las autoridades estadounidenses en sus reportes.
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INVERSIÓN INSUFICIENTE
El consenso de economistas atribuye gran parte de la debilidad del primer trimestre a una reducción significativa de la inversión privada. La fortaleza del dólar en un contexto de poco crecimiento global genera incertidumbre para la inversión de empresas estadounidenses.
La baja en los precios del petróleo se reflejó en una caída en la inversión minera. La contención de la revolución energética de Estados Unidos, caracterizada por el desarrollo de gas shale, condujo a una baja de 3.4 por ciento en la inversión privada, señaló Jim O’Sullivan, analista de High Frequency Economics.
Además, analistas apuntan a la reducción del gasto público militar como otro factor que contribuyó a un menor dinamismo.
El centro de investigación Economic Policy Institute hizo un llamado a impulsar la demanda agregada a través del gasto. Argumenta que la economía estadounidense no ha registrado crecimientos mayores a 2.5 por ciento, la tasa normalmente asociada a periodos posteriores a una baja drástica en la producción.
FED PACIENTE
Los decepcionantes datos del primer trimestre podrían retrasar hasta el próximo año el alza de tasas de interés por parte de la Reserva Federal (Fed), el banco central estadounidense. Esto daría al Banco de México espacio para mantener su propia tasa a bajos históricos con el fin de estimular la economía mexicana.
Aunque por mucho tiempo el consenso de analistas y expertos preveía que el inicio de esta alza se daría en junio, algunos ahora piensan que la Fed podría mantener su tasa de referencia cercana al cero por ciento por el resto del año.
Las autoridades de la Fed aún podrían anunciar un cambio durante su reunión de septiembre o de diciembre, sobre todo si interpretan la debilidad económica de los últimos meses como algo estacional.
Sin embargo, información que sigue mostrando un mercado laboral que no se ha recuperado por completo e inflación que no se levanta (durante marzo los precios cayeron un 2 por ciento mensual y un 0.1 por ciento interanual) parece indicar que hay más problemas de fondo en la economía estadounidense.