El reciente hallazgo de sepulturas de inmigrantes ilegales en Tailandia puso hoy en evidencia una extensa tragedia en la que más de 500 personas murieron sometidas a condiciones extremas por bandas de traficantes.
Un sobreviviente de lo ocurrido en Kazam, una recóndita área fronteriza con Malasia, donde la policía encontró el viernes 32 tumbas, relató haber escuchado que esa alta cifra de víctimas se debió a inanición, enfermedades y a asesinatos cometidos por los delincuentes.
De origen bengalí, contó en condición de anonimato que vio golpear hasta morir a un compatriota por el que su tío pagó el equivalente a tres mil dólares como rescate por su vida, a quien posteriormente los servicios forenses tailandeses identificaron entre los fallecidos.
El referido familiar, de nombre Karima, expuso que vendió todas sus propiedades para pagar esa suma, y un tiempo después un secuestrador, identificado como Arnua y arrestado gracias a esta información, le contactó para pedirle otros cuatro mil dólares.
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La información del diario The Nation señala la existencia de varios campos ocultos de inmigrantes procedentes de Bangladesh y Myanmar, a lo largo de la frontera con Malasia a los que se promete introducirlos en este país a cambio de dinero y por lo general terminan muertos.
En su casi totalidad pertenecen a la empobrecida minoría musulmana Rohingya, en Myanmar, bajo la hostilidad de extremistas budistas, que se desplazan en forma ilegal a Tailandia en busca de trabajo.
Un informe policial señala que las autopsias a los cuerpos recién descubiertos revelaron decesos por inanición y enfermedades contraídas en las adversas condiciones de reclusión de las víctimas.
