El lunes Saad Mohamed al Turkistani saltó por los aires en un distrito de la ciudad iraquí de Faluya segando varias decenas de vidas. Iba al volante de un humvee, un blindado manufacturado en Indiana (EEUU) y arrebatado por el autodenominado Estado Islámico a las asustadizas y aficionadas fuerzas iraquíes.
En los últimos meses las huestes de Abu Bakr al Bagdadi han convertido el todoterreno popularizado por los americanos durante laguerra del Golfo en su particular arma del terror, capaz de alcanzar las líneas enemigas y -repleta de explosivos- embestir a los batallones iraquíes desatando la huida de los supervivientes.
«El IS (Estado Islámico, por sus siglas en inglés) se ha hecho con 3.226 humvees en las batallas que ha librado contra el ejército iraquí. Es el modelo de vehículo elegido para llevar a acabo las operaciones suicidas contra las fuerzas de seguridad y aquellos pueblos que rechazan a los yihadistas», explica a ELMUNDO.es vía telefónica desde Bagdad Hisham al Hashimi, un reputado experto en seguridad.
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A principios de semana el primer ministro, Haidar al Abadi, reconoció en una entrevista televisiva la sangría que ha sufrido el ejército a lo largo del último año. «En la caída de Mosul perdimos muchas armas. Solo allí perdimos 2.300 humvees», precisó.
La detonación de varias decenas de vehículos fue decisiva para que hace tres semanas el IS cantara victoria en Ramadi, la capital de Al Anbar. Desde entonces es el coche bomba preferido por los ‘muyahidin’ (guerreros santos) que buscan el paraíso desencadenando un infierno de pólvora y fuego.