La decisión del presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, de suspender indefinidamente la evaluación de maestros -el centro de su muy aplaudida reforma educativa– es un error catastrófico que mancha su presidencia y probablemente perjudicará a México por varias décadas.
Suena como una exageración, pero no lo es.
Tal como lo han señalado el Foro Económico Mundial y varias otras organizaciones, el principal motivo por el que México no está creciendo más rápido no son sus políticas económicas -como se podría decir de Venezuela o Argentina- sino su deficiente sistema educativo. Debido a sus malas escuelas, México no puede tener unamano de obra más cualificada para competir con China, Corea del Sur y otras potencias manufactureras del mundo emergente.
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Muchos maestros mexicanos son contratados por sus conexiones sindicales, y ni siquiera pisan un aula. Según el grupo ciudadanoMexicanos Primero, hay 298.000 maestros de escuelas públicas que nunca enseñan, sino trabajan como activistas sindicales, a costa de los contribuyentes.
No es sorprendente, entonces, que México esté en el puesto 53 de los 65 países que participan en la prueba internacional PISA de estudiantes de 15 años, casi tan mal como Brasil (58) y Argentina (59). Y tampoco es sorprendente que solo el 25% de los jóvenes mexicanos entra a la universidad, comparado con el 93% en Corea del Sur.