El extraño cerró los puños y agitó su cabeza mientras narraba que una vez intentó matar a un gato a golpes con una barra de acero sin conseguirlo.
Su público estaba conformado por dos mujeres que almorzaban en un pequeño restaurante en Lafayette un sábado en la tarde. Estaban sentadas frente a él y guardaron silencio impactadas por el relato.
Minutos antes, el hombre, que llevaba puesta una camisa con estampado hawaiano, había acercado su silla hacia la mesa en la que se encontraban en el lugar.
El tipo acarició a los perros de las señoras y comenzó a decir cosas: La gente gasta demasiado dinero en sus mascotas. Debería haber un método más barato de sacrificar a un animal.
El extraño les dijo que alguna vez había adoptado un gato perdido y éste se enfermó, así que le golpeó la cabeza con la barra pero no logró matarlo.
«El estaba molesto de que el gato hubiera vivido», señaló Bonnie Barbier, quien había escuchado con horror durante 30 minutos las jactancias del hombre. «El tenía un sentido torcido de que hacía lo correcto».
Días después, John Russell Houser salió en fotografía en las pantallas de televisión en Estados Unidos y se le identificó como el hombre que abrió fuego en un cine en Louisiana.
«El estómago se me hizo nudo», afirmó Barbier para describir el momento en el que vio la imagen de rostro serio y severo de Houser.
En el pequeño restaurante, el hombre parecía desquiciado y santurrón, recordó Barbier.
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El hombre contó a Barbier que había enviado cartas a periódicos sobre conspiraciones. Pero él era demasiado listo para el mundo y tenía que simplificar sus misivas para que las masas pudieran comprenderlas.
«Yo permanecí sentada pensando ‘hay algo malo aquí. Está fuera de sus casillas porque una persona normal no habla de esas cosas»’, agregó. «El era muy raro, me asustó. Me decía a mí misma ‘no le hagas la plática. Sólo sonríe y mueve afirmativamente la cabeza»’.
Ella y su amiga encontraron una excusa y se escabulleron.
Houser, de 59 años, tenía problemas mentales; había aterrorizado a su propia familia y despotricaba en foros de internet contra afroestadounidenses, judíos y personas homosexuales.
El hombre había perdido a su esposa y su casa en tanto que dejó atrás un rastro de textos escritos que documentan un largo historial de deseos de venganza.
Cinco días después de ese encuentro fortuito en el restaurante, Houser ingresó en el cine, compró un boleto para la función de la película «Trainwreck» de las 7:00 de la noche y ocupó un asiento dos filas antes del fondo.
Cuando iban 20 minutos de la proyección, Houser se levantó en la oscuridad y según quienes lo conocían, dio rienda suelta a su rabia acumulada.
A unos 800 kilómetros (500 millas) de distancia de Columbus, Georgia, la localidad natal de Houser, algunos ex vecinos dijeron que la vida del atacante se enfilaba hacia el desastre tras décadas de conflicto.