La muerte a balazos en un apartamento de la Ciudad de México del fotoperiodista de 31 años Rubén Espinosa y su amiga Nadia Vera, ambos caracterizados por su pasado reciente de activismo en el conflictivo Estado de Veracruz, junto a otras dos jóvenes y la empleada doméstica se debate, cinco días después del suceso, entre detalles revelados por la Fiscalía que apuntan hacia un delito de bajos fondos y el clamor de la sociedad civil de indagar en profundidad un posible asesinato político.
La Fiscalía de la capital, encargada del caso, ha difundido este martes un vídeo filtrado horas antes a la prensa en el que se ve en imágenes de cámaras de vigilancia pública a tres supuestos culpables saliendo del edificio el día del crimen, el viernes pasado, a las tres de la tarde: dos entran en un coche deportivo con una maleta y arrancan, un tercero se va caminando. Se trata del mismo vehículo, un Ford Mustang rojo, que fue localizado este lunes en la delegación de Coyoacán, ocho kilómetros al sur del barrio del multihomicidio, y que de acuerdo a las pesquisas pertenecería a una de las víctimas, una inquilina de la casa de 29 años definida por las autoridades como “presuntamente colombiana”.
El domingo, en su primer parte, la Fiscalía había indicado que el apartamento fue «saqueado», lo que sumado a que la maleta con la que se ve a los sospechosos según el fiscal Rodolfo Ríos podría portar «objetos» pone en primera línea la perspectiva de un robo con homicidios, si bien el fiscal ha hecho énfasis en que «todas y cada una de las líneas de investigación se encuentran abiertas», incluida «la relativa a la actividad profesional de Rubén» y «también a la actividad de Nadia».
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Entre los detalles que las autoridades van revelando y el flujo de filtraciones, en el panorama del crimen asoma el contorno de un episodio de criminalidad común. Los datos oficiales y los trascendidos se entretejen en esa dirección mientras que por ahora, todavía en los primeros compases de la averiguación, la Fiscalía no ha aludido a indicio que conecte los hechos con las amenazas a Espinosa por su trabajo en Veracruz, un Estado en el que han sido asesinados 15 reporteros en los últimos cinco años y que es considerado el más peligroso para hacer periodismo en México.