Decenas de miles de brasileños se manifestaron hoy en más de cien ciudades del país contra el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff, a quien piden dimita por el mal curso de la economía y los escándalos de corrupción que azotan a Petrobras.
En la tercera manifestación nacional desde que Rousseff inició su segundo mandato, en enero pasado, Sao Paulo volvió a erigirse como feudo de la contestación social, con decenas de miles de personas ocupando hasta diez cuadras de la céntrica Avenida Paulista.
A las 16:30 locales la policía aún no había divulgado datos sobre el número de participantes en la capital económica de Brasil, pero se esperaba que en el transcurso de la tarde hubiera un balance al respecto.
En Río de Janeiro, donde la policía se negó a divulgar datos aduciendo «que no tenía instrumentos de medición», varios miles de manifestantes ocuparon la Avenida Atlántica al grito de «¡Fuera Dilma!», «¡Fuera Lula!» y «¡Fuera el Partido de los Trabajadores!».
En un ambiente festivo y musical, miles de personas se vistieron con el verde y amarillo de la bandera brasileña y sacaron a las calles pancartas y carteles con consignas contra Rousseff y su antecesor, Luiz Inacio Lula da Silva.
«Nunca creí ni voté por ellos. Nunca fui una izquierdista. Estamos aquí para sacarlos del poder», explicó Lorraine Alves, abogada e integrante del Movimiento Brasil Libre (MBL).
«La corrupción ha llegado a niveles insostenibles. Por eso hay aquí toda esta gente», agregó esta abogada, entrevistada desde lo alto de uno de los seis vehículos que articularon la protesta en la ciudad fluminense.
En Sao Paulo y Río de Janeiro, dos grandes banderas llevaban la inscripción «impeachment», en relación a los pedidos de algunas formaciones políticas en el Congreso brasileño para que el poder legislativo vote un proceso que deponga a Rousseff.
Para que un proceso de este tipo prospere se necesitaría del apoyo de dos tercios de la Cámara.
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Por primera vez desde que asumió el segundo mandato presidencial, figuras de primera línea de la oposición política salieron a la calle este domingo para apoyar a los manifestantes.
El rival de Rousseff en el segundo turno de los comicios presidenciales de octubre pasado y actual líder del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB, centro), Aécio Neves, acudió al acto en Belo Horizonte (sureste), donde denunció «tanta mentira, tanta corrupción y tanto desprecio a los brasileños» por parte del Ejecutivo.
«Brasil encontrará su camino por la fuerza de su gente, por las manifestaciones que están ocurriendo por todas partes. No importa el tamaño de la manifestación, porque la indignación hoy es enorme, mayor que en la época de las elecciones», dijo Neves, vestido de amarillo.
Rousseff, que tenía previsto reunirse este día con varios de sus ministros para evaluar las protestas, vive uno de los momentos más difíciles desde que dirige la mayor economía de América Latina, debido a la recesión económica, la corrupción en Petrobras y la fragilidad de los apoyos políticos en el Legislativo.
La popularidad de la presidenta cayó a mínimos históricos desde que se monitorea el apoyo social a jefes de Estado en el país, con un rechazo a su gobierno del 71 por ciento, según una encuesta publicada hace diez días.
Datos del Instituto Datafolha -uno de los más respetados de Brasil- indican que el 71 por ciento de los brasileños califica de «mala» o «pésima» la gestión de Rousseff, que cumple apenas su octavo mes desde que fuera reelegida presidenta.
Se trata del mayor índice de impopularidad para un presidente brasileño desde que comenzaran a realizarse este tipo de encuestas, en 1990.
El rechazo social a la presidenta supera -según el sondeo realizado el 4 y 5 de agosto- al que obtuvo el presidente Fernando Collor, del 68 por ciento en 1992, poco antes de ser depuesto por ‘impeachment’.