El precio del petróleo continúa deslizándose por la pendiente iniciada hace un año. Este lunes, la noticia de que la economía japonesa, el tercer máximo consumidor de crudo del mundo, registraba un nuevo derrape ha propiciado una nueva caída. El entorno de sobreproducción petrolera y crecimiento errático de algunos de los mayores consumidores –Europa, Japón– ha llevado al barril de brent a rozar niveles de hace seis años. En esa red de vasos comunicantes, la caída del crudo tiene a su vez otras consecuencias: las divisas de países productores como México profundizan su debilidad frente al dólar.
Los bancos han llegado a venderse entre ellos cada billete verde a 16,4, mantenido la tendencia de todo el verano y marcando una depreciación de más del 3% desde junio pasado, según las cifras delBanco de México. Éste, el mercado interbancario, es el termómetro más fiable para medir la temperatura cambiaria. En cuanto los precios en el mercado del menudeo –donde los bancos venden a empresas y particulares– el dólar ha llegado a superar los 16,7 pesos al cambio, como en el caso de Banamex, igualando el máximo de hace dos semanas.
El baile cambiario tiene su diapasón en la futura subida de tipos por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos. La Fed anunció en julio lo que ya estaba descontado, que mantenía el precio del dinero en el rango del 0 al 0,25% en que lleva instalado desde finales de 2008, y volvió a dejar la puerta abierta a empezar a subir los tipos en su próxima reunión. Los plazos se mueven entre septiembre y diciembre.
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A los movimientos de la Fed y al abaratamiento de las materias primas hay que sumar en los últimos meses un nuevo condicionante. La volatilidad de las Bolsas chinas ha abierto una nueva vía de agua en la cotización de las divisas de los emergentes. En el último año, el real brasileño cede un 33% frente a la moneda de referencia mundial, el peso mexicano cae un 19%, el peso argentino se deja un 10% y el peso colombiano cede un 35%.
El frágil crecimiento de la economía mexicana –que apenas rondará el 2,5% este año, según las previsiones oficiales– tampoco ayuda a alimentar una moneda fuerte. El presidente de Enrique Peña Nieto aludió el pasado sábado al comportamiento del peso. “La depreciación también es positiva, le da a nuestro país condiciones de mayor competitividad, lo hace más atractivo y atrae mayor turismo”.
Un dólar caro desalienta a los mexicanos a viajar al extranjero. Sin embargo, es un incentivo para la llegada de turistas extranjeros. El sector creció un 5% en 2014 según la Organización Mundial del Turismo.
Un abaratamiento del peso hace más competitivas las ventas de las empresas mexicanas al exterior. Sobre todo, porque el primer destino de las exportaciones, más del 80% del total, es EE UU. Pero México importa más de lo que exporta y estos desequilibrios en la cuenta corriente pueden empujar al alza la inflación.
El Banco de México ya ha advertido de que está dispuesto a utilizar toda la artillería a su alcance. Si la inflación comienza a dar síntomas de calentamiento, contratacará con una subida de tipos. También como medida preventiva, México lleva meses inyectando dólares en el mercado a través de subastas especiales y a tipos más bajos con la esperanza de que a mayor oferta, la presión cambiaria se suavice. La iniciativa, que no es nueva, ha logrado amortiguar el golpe, pero los especialistas auguran una larga temporada de dólar caro y peso barato.