Un libro que detalla los tejes y manejes relacionados con los premios Nobel de la Paz más polémicos del último cuarto de siglo está entorpeciendo la selección de este año, según informó Associated Press.
Cuando faltan apenas cinco meses del anuncio del ganador, se intensifica una disputa entre los cinco miembros del comité selector y Geir Lundestad, exdirector del Instituto Noruego Nobel, al que acusan de violar el código de silencio que se comprometieron a respetar.
Lundestad, el miembro de mayor jerarquía del Instituto durante 25 años, admite que en su libro «La paz del secretario» tuvo que buscar un equilibrio entre su compromiso de no revelar secretos durante 50 años y sus «deberes como profesor de historia».
El actual director del comité Kaci Kullman Five acusó a Lundestad de cometer una «clara violación de su compromiso hacia los miembros del comité y los líderes que discutieron el Premio Nobel de la Paz con él en forma confidencial», según dijo a The Associated Press.
El entuerto ha hecho pasar a un segundo plano la selección del ganador de este año, que se especula podrían ser la canciller alemana Angela Merkel por aceptar refugiados sirios o el secretario de Estado estadounidense John Kerry y su colega iraní Javad Zarif por el acuerdo nuclear que negociaron. También se menciona al Papa Francisco y a organizaciones de derechos humanos de Rusia.
Lundestad fue particularmente duro con Thorbjoern Jagland, quien perdió la dirección del comité el año pasado durante una reestructuración.
El ex primer ministro noruego y actual secretario general del Consejo de Europa es descrito como una persona «desorganizada» con «sorpresivos agujeros en sus conocimientos». El libro dice asimismo que Jagland dio pistas sobre los ganadores a periodistas y le encomendó a Lundestad que escribiese sus discursos para la ceremonia de entrega de los premios.
Jagland respondió diciendo en artículos periodísticos que esas dos últimas afirmaciones son mentiras «asombrosas» y «difamadoras». A los pocos días de publicado el libro se le dijo a Lundestad que tenía hasta fin de año para desocupar su oficina en el Instituto Noruego del Nobel en Oslo.
Jagland también le recordó a Lundestad, quien se jubiló en 2014, que era un «funcionario», no «el sexto miembro del comité».
En una conversación telefónica con The Associated Press, Lundestad insistió en sus acusaciones, afirmando que Jagland jamás debió integrar el comité.
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«Mi inquietud es que debe ser lo más independiente posible. Sostengo que eso será difícil si tenemos ex primeros ministros y ex ministros de relaciones exteriores en el comité», manifestó.
La polémica reavivó un viejo debate acerca de cómo se deben elegir los miembros del comité selector. Los estatutos del premio estipulan que el comité debe estar integrado exclusivamente por noruegos, elegidos por los legisladores, y reflejar el equilibrio de fuerzas del parlamento.
El libro tiene numerosos críticos que acusan a Lundestad de desprestigiar el premio.
«Se lo advertí hace seis meses», dijo el legislador conservador Oeyvind Halleraker. «El prestigio del comité y del premio es muy importante».
Christian Tybring Gjedde, legislador del Partido del Progreso, de derecha, miembro minoritario de la coalición de gobierno, defendió igualmente al comité a pesar de no estar de acuerdo con muchas de sus selecciones.
«Puedes decir lo que quieras de Jagland -y yo lo he hecho-, pero al margen de eso, fue elegido director y no creo que esta sea la forma de hablar de su jefe», comentó.
El libro de Lundestad contiene las opiniones de algunos miembros del comité sobre ciertos candidatos. Dice que Inger-Marie Ytterhorn, por ejemplo, sufrió mucho con la selección de Al Gore en 2011 por su campaña a favor del medio ambiente; que Hans Blix, inspector encargado de buscar armas de destrucción masiva en Irak, pudo haber sido elegido en 2005 de no haber privado el temor a molestar a Estados Unidos, y que los miembros del comité, con el obispo luterano Gunnar Staalsett a la cabeza, no quieren darle el premio a un papa católico.
«No es cierto la forma en que lo presenta», sostuvo Staalsett, quien dejó el comité el año pasado. «Ese es el problema con todo esto. Ha generado una impresión equivocada que no podemos corregir por nuestro compromiso de no hablar. Jamás me hubiera imaginado que Lundestad violaría ese compromiso. Me siento muy decepcionado».
Lundestad revela que el comité lo pensó mucho antes de darle el premio al disidente chino Liu Xiaobo en 2010. Se hizo asesorar por expertos internacionales que dijeron que, si se premiaba a Liu, podría aumentar la represión en China.
Relata que un diplomático chino advirtió al comité que de ser elegido Liu, sería tomado como un acto hostil y que también funcionarios noruegos expresaron preocupación en torno a las relaciones con los chinos, entre ellos el ministro de relaciones exteriores Jonas Gahr Stoere.