Estados Unidos llevó a cabo el bombardeo que mató el sábado a 22 personas en el hospital de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Kunduz (Afganistán), a petición de las fuerzas afganas, indicó este lunes la OTAN, un ataque calificado de «crimen de guerra» por la oenegé.
El ejército afgano, que estaba acorralado por los rebeldes talibanes, «pidió un apoyo aéreo de las fuerzas estadounidenses» el pasado sábado, declaró el general estadounidense John Campbell, que dirige la misión de la OTAN en Afganistán. La aviación norteamericana bombardeó entonces el hospital.
Estas declaraciones contradicen la versión anterior de la Alianza Atlántica, que aseguraba que el bombardeo buscaba respaldar a las fuerzas estadounidenses.
«Indignada» por el ataque aéreo que provocó la muerte de 22 personas -12 empleados de la organización y 10 pacientes-, MSF decidió retirar su personal de Kunduz.
Esta retirada supone un duro golpe para la población civil que sufre las consecuencias de los combates entre el ejército afgano y los rebeldes talibanes por el control de esta gran ciudad del norte de Afganistán. El hospital era el único capaz de tratar a los heridos graves en la región.
«De momento no puedo decir si el centro de traumatología de Kunduz volverá a abrir o no», explicó
Kate Stegeman, portavoz de MSF en Afganistán.
En el momento del bombardeo, más de 100 pacientes y 80 miembros del personal, afganos y extranjeros, estaban en el hospital.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien presentó sus «profundas condolencias», anunció rápidamente la apertura de una investigación, cuyos resultados espera «antes de tener un juicio definitivo sobre las circunstancias de esta tragedia».
La Casa Blanca aseguró poco después, a través de su portavoz Josh Earnest, que los resultados de estas investigaciones no serían «silenciados».
El director general de MSF, Christopher Stokes, consideró esas explicaciones «insuficientes» y pidió una investigación «exhaustiva y transparente» por parte de un «organismo internacional independiente».
‘Crimen de guerra’
Sin embargo, Naciones Unidas parece no tener prisa por iniciar una investigación independiente sobre el ataque.
«Todavía es muy pronto», estimó el portavoz de la ONU Stéphane Dujarric. «Esperamos lo que surja de las investigaciones oficiales de Estados Unidos, la OTAN y probablemente del gobierno afgano», antes de ir eventualmente más lejos.
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MSF rechaza las justificaciones de responsables afganos, según las cuales combatientes afganos estaban en el interior del hospital y lo utilizaban como base.
«Estas declaraciones implican que las fuerzas afganas y estadounidense decidieron conjuntamente arrasar un hospital totalmente funcional (…) Ello equivale a reconocer que se trata de un crimen de guerra», declaró Stokes.
La ONU ya consideró el sábado que el bombardeo aéreo puede considerarse como «crimen de guerra», si es considerado «deliberado por la justicia».
Además, «ello contradice totalmente los primeros intentos del gobierno de Estados Unidos de minimizar las consecuencias de los ataques al considerarlos como un ‘daño colateral'», vocablo utilizado inicialmente por la OTAN pocas horas después del bombardeo, destacó Stokes.
La oenegé afirma haber transmitido preventivamente las coordenadas GPS de su hospital a los ejércitos afgano y norteamericano. Pero los bombardeos prosiguieron «durante más de 45 minutos» después de que MSF hubiera advertido a los ejércitos que el hospital había sido alcanzado por los primeros disparos.
«Los disparos estaban muy enfocados, siempre contra el mismo inmueble (…)» explicó el doctor Bart Janssens, director de operaciones del MSF.
La OTAN, que cuenta con 13 mil soldados en Afganistán, incluidos 10 mil estadounidenses, es objeto de controversia por los «daños colaterales» que suelen generar sus bombardeos aéreos.
Sin embargo, estos bombardeos han sido esenciales en el apoyo dado al ejército afgano en su
contraofensiva para recuperar Kunduz de manos de los talibanes.
Los talibanes consiguieron tomar la ciudad en apenas unas horas el lunes pasado, logrando su mayor victoria desde la caída de su régimen en 2001.
Las fuerzas de seguridad mostraron entonces, una vez más, las dificultades que tienen para contener a los combatientes islamistas.
Este lunes, tras casi una semana de combates, la calma parecía haber vuelto a la ciudad, libre de talibanes. Las televisiones mostraban las animadas calles de la ciudad, ocupadas por sus habitantes.
Según el ministerio de Salud, 60 personas murieron y más de 400 resultaron heridas en los combates por el control de esta ciudad, considerada paso estratégico en la carretera que une Kabul con Tayikistán.