El destino final de un difunto en México tiene muchos caminos, pero si se hace apegado a la Ley costará dinero… y mucho.
Morir implica dejar los restos y la responsabilidad de su control sanitario para procurar el bienestar y la salud de los vivos.
En México existen servicios privados y gubernamentales que asisten este tipo de situaciones, y todas representan un gasto mayúsculo que recae en los familiares, en el presupuesto público y en instituciones académicas que realizan investigación.
Existe una legislación mexicana para el control sanitario de cadáveres de seres humanos, en ella se estipula que la cremación, inhumación, inclusión en acrílico o embalsamamiento son algunas formas de desintegración o conservación permitidas. Todas éstas son caras.
De acuerdo con una encuesta publicada en 2014 por el Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE), el 76.3 por ciento de los mexicanos consideró que los servicios funerarios son costosos; 9.1 por ciento dijeron que eran baratos, y 4.5 por ciento respondieron que la muerte no es ni cara ni barata; un 10.1 no contestó a la pregunta.
Otro estudio realizado por Master Research y publicado en 2012 indica que 19 por ciento de las familias en la capital del país destinan una parte de sus ahorros para gastos funerarios; 48 por ciento de las que no ahorran para un funeral dijo que no se les había ocurrido hacerlo; 24 por ciento argumentó falta de dinero, y 8 por ciento respondió que no le gusta pensar en que va a morir.
Y es que existe una amplia gama de servicios y de precios. Porque hay de entierros a entierros, de cremaciones a cremaciones y de muertos a muertos. No es lo mismo la fosa común que un funeral de 10 mil pesos, porque incluso en el primer caso es más caro.
La encuesta del Gabinete de Comunicación Estratégica expone que 34.6 por ciento de los mexicanos consideró que quemar un cuerpo es más económico, mientras 38.4 por ciento piensa que enterrar a alguien es menos oneroso y un 27 por ciento no respondió.
Seis de cada 10 encuestados respondieron que las funerarias privadas son las mejores, en contraste 12 por ciento piensa que la mejor calidad está en las capillas del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).
LA NO TAN BARATA FOSA COMÚN
Si una persona fallece en plena vía pública y se desconoce su identidad, sus restos tendrán como destino la fosa común o servirán para investigación médica o antropológica.
La ruta del cuerpo dependerá de diversos factores, entre ellos si fue una muerte natural o si existe un delito en torno al cadáver, explica un experto en criminalística que trabaja en la Procuraduría General de Justicia del Estado de México (PGJEM).
El perito, quien decidió guardar el anonimato, explicó a este medio que si, por ejemplo, el cuerpo presenta una herida de bala, el levantamiento tardará horas, luego un agente del Ministerio Público abrirá una averiguación previa, después se llevará a un anfiteatro donde se le realizará una necropsia para determinar la razón de deceso y se guardará en refrigeración. Si en 15 días los restos no son reclamados pasará a otra fase en la cual habrá análisis antropológicos, dental, genéticos.
Luego se realizarán los trámites correspondientes con el Ministerio Público, Registro Civil y con el municipio o delegación donde fue encontrado el cuerpo para que sea enterrado en el cementerio local. Ahí se cavará una fosa, la cual tendrá un código con la información oficial del no identificado y ahí será dejado el cadáver.
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–A este tipo de casos le llamamos asuntos médicos legales. Aquí, el mismo cuerpo representa evidencia del caso que se investiga, por eso está prohibida la cremación.
–¿Cuánto dinero cuesta llevar a un muerto con estas características a la fosa común?
–Es mucho. Por ejemplo, en el departamento de genética cada muestra para extracción de información genética lleva un gasto de 20 a 25 mil pesos; a esto se le suma el pago del sueldo del antropólogo, odontólogo, los especialistas en genética. Además se debe contemplar si se entierra en un ataúd o en una bolsa, la cual debe tener ciertas características y todas las acciones del terreno, que lo pone el municipio, para cumplir con la Ley Federal de Salud.
–Cuando la familia aparece y el cuerpo necesita ser exhumado, ¿quién cubre el gasto?
–Hay dos formas en cómo se maneja aquí en el Estado de México: cuando un familiar (genéticamente es compatible) pide exhumar (de forma oficial) el cuerpo para darle un funeral con algún rito y enterrarlo en otra parte, el gobierno absorbe el gasto, el solicitante sólo tiene que pagar a un fumigador, que cobra aproximadamente mil 500 pesos; pero cuando alguien pide una exhumación legal porque el familiar desea que se realice otra necropsia, estos gastos ya son cubiertos por la familia.
¿Qué pasa con los cuerpos no identificados pero de muerte natural?
Enrique Martínez Aguilar, gerente de Servicios Funerarias La Legua, explica que esos restos pueden ser donados a investigación, en universidades, y después incinerados en los crematorios de esas instituciones; o también pueden ser llevados a funerarias municipales o privadas –que tienen acuerdo con el gobierno local– y luego a fosa común o al crematorio.
–¿Cuánto valen los ataúdes que regalan?
–Le llamamos de peluche y valen entre mil 200 y mil 500 pesos. En algunas ocasiones se maneja por el DIF, porque cuando se hace una cremación la caja no se incinera, las cajas regresan a quien las ofreció y lo que nosotros hacemos en ponerlas en el sistema de apoyo, donación o para un cuerpo de fosa común. A veces llegan personas, no les cobras y les dices llévensela.
–Desde su experiencia, ¿en cuánto valuaría un servicio funerario de fosa común?
–Si tuviéramos que anticipar y fuera un panteón privado, tendría un costo de 6 ó 7 mil pesos.
DE FUNERALES A FUNERARIAS
Un servicio funerario modesto, adquirido en una empresa legalmente constituida y que se encuentre en una zona popular, cuesta entre 9 mil y 11 mil pesos. Eso se le debe sumar el costo del cementerio, que varía, pues en algunos pueblos es público y gratuito y en los privados parte de 20 a 40 mil pesos, en zonas no tan exclusivas.
“Los servicios normalmente contemplan un espacio de velación –aunque hay gente que no es católica y no lo ocupa–, la gestoría de los trámites ante Registro Civil y el traslado en una carroza. En el precio no incluimos el gasto de cementerio o crematorio, porque cada lugar tiene un costo distinto”.