Las oscuras finanzas del Vaticano, marcadas por el despilfarro y la mala gestión de las donaciones para la caridad, son blanco del nuevo escándalo de Vatileaks con revelaciones para frenar las reformas impulsadas por el Papa Francisco.
«Francisco debe saber», escribe y repite en el prólogo de su libro «Avaricia», el periodista italiano Emiliano Fittipaldi, autor de uno de los dos libros con picantes denuncias sobre las finanzas de la Santa Sede.
«Tienes que escribir un libro. Francisco debe saber que la fundación Niño Jesús, que recibe donaciones para los niños enfermos, pagó la millonaria remodelación del apartamento del cardenal Tarcisio Bertone (…) que las fundaciones a nombre del papa Ratzinger y papa Wojtyla conservan más de 15 millones en sus cofres (…) debe saber que el Banco Vaticano no ha sido limpiado», escribe en el prólogo Fittipaldi con la transcripción de la conversación con una de sus fuentes dentro del Vaticano.
Dos libros, con documentos reservados, aportados por el cura español Lucio Ángel Vallejo Balda y la laica italiana Francesca Chaouqui, acusados y detenidos por el Vaticano el pasado fin de semana por robo de textos confidenciales, denuncian los grandes males de la Curia Romana.
Los libros, que salen a la venta esta semana, son además de «Avaricia», «Vía Crucis» de Gianluigi Nuzzi, periodista del grupo televisivo Mediaset.
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Los dos libros revelan sobre todo la fuerte oposición interna a las reformas financieras del Papa Francisco.
En ellos se denuncian las atávicas irregularidades que por décadas se han cometido con las finanzas del Vaticano, como la desviación de 400 millones de euros del «Óbolo de San Pedro», con donaciones provenientes de todo le mundo, para la Curia Romana, es decir la gestión de la maquinaria.
Varios cardenales, inclusive jubilados, residen en lujosos apartamentos a costa de la Curia Romana, sostiene por su parte Gianluigi Nuzzi, autor de otro libro explosivo en 2012 con documentos robados del escritorio del papa Benedicto XVI y que marcó el final de ese pontificado en marzo del 2013.
Según Nuzzi, debido a la mala gestión de las finanzas vaticanas se han registrado «pérdidas por diferencias en el inventario» y «agujeros» de hasta 700 mil euros en el balance del supermercado el Vaticano y de 300 mil euros en el de la farmacia vaticana.