Estafadores, cárteles del narcotráfico y bandas de todo el mundo han descubierto un nuevo lugar donde lavar su dinero: China. Las bien desarrolladas redes financieras clandestinas del país han llamado la atención de delincuentes extranjeros, que utilizan China para lavar su dinero sucio y volver a inyectarlo en el sistema financiero global, en gran parte fuera del alcance de las agencias de la ley occidentales, según descubrió una investigación de Associated Press.
Conforme China se globalizaba, enviando dinero y trabajadores al extranjero, la economía sumergida hizo otro tanto. Bandas de Israel y España, traficantes de cannabis del norte de África y cárteles de México y Colombia han lavado miles de millones de dólares en China y Hong Kong, introduciendo las ganancias de sus actividades delictivas en la gran marea del comercio y las finanzas legítimos de la región, según mandos policiales, registros judiciales europeos y estadounidenses y documentos de inteligencia a los que tuvo acceso Associated Press.
Gilbert Chikli, un estafador convicto franco-israelí, comprende el atractivo de China. A Chikli se le atribuye haber ideado una estafa tan exitosa que ha inspirado una generación de imitaciones. El fraude, conocido por sus falsos correos electrónicos de directivos o empresas, ha costado a miles de empresas, muchas de ellas estadounidenses, mil 800 millones de dólares en poco más de dos años, según el FBI.
«China se ha convertido en un pasadizo universal para todas estas tramas», comentó Chikli. «Porque China es hoy una potencia mundial, porque no le importan sus países vecinos y porque, sobre todo, China se burla de otros países a lo grande».
El banco central chino y la policía del país rechazaron peticiones reiteradas de hacer comentarios. En una sesión informativa periódica con la prensa el lunes, el portavoz del Ministerio chino de Exteriores, Hong Lei, dijo que el país «no es, no ha sido ni será en el futuro un centro global de lavado de dinero».
Chikli ganó millones usurpando la identidad de altos directivos y agentes de inteligencia, y convenciendo a empleados de algunas de las empresas más grandes del mundo de que transfirieran dinero a sus cuentas bancarias, según documentos legales franceses. Él dijo a AP que blanqueó el 90 por ciento de ese dinero robado a través de China y Hong Kong.
«Es inmenso», dijo en una entrevista en su lujosa casa de tres plantas en Ashdod, una localidad en la costa mediterránea.
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Un tribunal francés condenó el año pasado a Chikli por defraudar 6.1 millones de euros a cinco empresas: La Banque Postale, LCL bank, HSBC, Accenture y Thomson, una firma francesa de tecnología. También se le condenó por intentar obtener unos 70 millones de euros de al menos 33 compañías, incluidas Barclays y American Express, así como la empresa gestora de Disneyland Paris. Fue condenado en ausencia a siete años de prisión y recibió una multa de un millón de euros.
Hoy sigue siendo un hombre buscado, pero vive abiertamente en Israel, donde las autoridades rechazaron hacer comentarios sobre su caso. Israel y Francia no tienen un acuerdo bilateral de extradición, aunque Israel ha entregado ciudadanos franceses en algunos casos.
Chikli explicó a AP que su método preferido para lavar dinero eran mecanismos de exportación e importación. Él transfería el dinero robado a empresas fachada en Hong Kong y después retiraba el efectivo empleándolo para comprar mercancías en China. Compraba, por ejemplo, 20 toneladas de acero, pero sobornando al proveedor para que le diera un recibo por 100 toneladas. Después vendía el producto y enviaba el dinero a Israel, donde los falsos recibos hacían que toda la suma pareciera un beneficio legítimo por la operación comercial.