El escritor y periodista mexicano Juan Villoro recibió este viernes en Madrid el XIV Premio Periodismo de la Fundación Diario Madrid, en reconocimiento a su trabajo literario y periodístico que une a México y España.
En un acto en la sede de la Fundación, el autor de obras como “El testigo”, recordó que su casa es el periodismo que aprendió a leer desde su infancia en México, y que le ha abierto las puertas también en España y otros países.
El premiado (Ciudad de México, 1956) dedicó el premio a “la valentía” con la que muchos reporteros mexicanos ejercen la libertad de expresión en su país, ante la inseguridad y las amenazas que viven.
Villoro advirtió que en México “no se garantizan las libertades;” que en los últimos años, “se ha convertido en uno de los países más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo” y que “..la libertad de expresión está amenazada”.
Tras recibir el premio de periodismo del Diario Madrid, y ante la presencia del ministro de Educación y Cultura de España, Íñigo Méndez de Vigo, y de la embajadora de México en España, Roberta Lajous, Villoro rindió sendos homenajes a los periodistas mexicanos “que se han negado a cerrar los ojos ante tanto espanto” y a Carmen Aristegui, por sufrir los estragos de la censura del poder.
“Hoy en día la principal periodista de la radio mexicana, que es Carmen Aristegui, carece de un espacio para ejercer su trabajo. Hace poco más de un año tenía el mayor rating del país, pero eso no garantizó su permanencia ante los micrófonos. Su contrato fue rescindido después de que su equipo de investigación informara de la llamada Casa Blanca, mansión que la actriz Angélica Rivera, esposa del Presidente Enrique Peña Nieto, recibió por su compensación por la rescisión voluntaria de su contrato con Televisa.
El entramado de la Casa Blanca apuntaba a un tráfico de influencias entre la presidencia, el consorcio televisivo y la constructora Higa, que ha obtenido numerosas licitaciones desde los tiempos en que Enrique Peña Nieto gobernaba el Estado de México. Así lo informó Aristegui y fue cesada. Los padres de Carmen Aristegui llegaron a México después de la Guerra Civil (1936-1939) en busca de libertades que hoy no se pueden garantizar en México”.
Villoro se refirió, también en su discurso, a la actual condición de riesgo que atraviesa quienes ejercen el periodismo en México: “De acuerdo con la Federación Internacional de Periodistas, 120 informadores han sido asesinados en el país en los últimos 25 años. Tan sólo en el estado de Veracruz, 15 periodistas han muerto durante los cinco años de Javier Duarte, gobernador del PRI.
Por su parte la ONG Artículo 19 informa que en el último año hubo más de 300 agresiones de distinto tipo a los representantes de la prensa. En 2004 escribí Los culpables, un cuento donde un personaje quiere ser corresponsal de guerra sólo porque eso garantiza ir lejos. Hoy no se necesita salir de México para conocer la guerra.
“Este premio en el que se eleva la libertad de expresión lo dedico a los compañeros de trabajo en México que se han negado a cerrar los ojos y han tenido la valentía de descubrir aún en medio de tanto espanto, historia de compasión y solidaridad. Las buenas noticias no son noticias, dice el refrán. Contra ese lugar común los resistentes periodistas mexicanos confirman que en tiempos de terror la felicidad es una forma de la rebeldía”, afirmó.
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En su discurso, Villoro, hizo una remembranza de su propia biografía y su relación con el periodismo: “Mi primera relación con el periodismo fue inmobiliaria. Mis padres estaban suscritos a Excélsior, el periódico de la vida nacional que cada año rifaba una casa. A distancia me parece curioso que visitáramos esa mansión como si así aumentaran nuestras posibilidades de ganarla; recorríamos los cuartos, la cocina y los jardines suponiendo que ahí seríamos no sólo más ricos sino mejores. Ganar la casa del periódico era para nosotros una aspiración moral. Sólo obtuvimos un premio de consolación… Hubiera querido mudarme a la casa de Excélsior en forma literal, pero lo hice en forma metafórica. El periodismo sería mi hogar”.
El escritor recordó el golpe al periódico Excélsior asestado por el entonces Presidente , Luis Echeverría, pero -aseguró- que gracias a esa acto de censura nacieron después tres medios de comunicación fundamentales de los últimos años: La Jornada, Proceso y Unomásuno. “De los 12 a los 20 años leí un periódico en el que aprendí que la información es una rama del arte, pero también que la libertad de expresión puede estar amenazada.”
“Las relaciones periodísticas entre México y España han tenido la condición de espejos distantes, en los que a veces creemos vernos reflejados y en los que por momentos no quisiéramos asomarnos. No extraña que un autor como Ramón María del Valle Inclán haya colaborado en la prensa mexicana. O Amado Nervo en la española. Lo más curioso es que de manera cambiante las libertades de un país han sido potenciadas por el otro.
En 1976, con la censura ejercida por el presidente Echeverría, desviamos la vista hacia el promisorio horizonte de las redacciones españolas. Las cosas habían ocurrido a la inversa en otro tiempo, durante décadas México dio refugio a la inteligencia española”, recordó Villoro.
En su discurso de agradecimiento, Villoro recordó sus referencias en el periodismo, como lector de suplementos culturales del diario Excélsior entre finales de los años 60 y los 70, en los que a partir de 1975 empezó a colaborar.
En este acto, el periodista y escritor colombiano Pedro Sorela leyó la presentación de Villoro, en la que le consideró como “el representante más visible de la literatura mexicana” que participa de una forma específica como testigo de lo que se vive en México y España.
Por su parte, el ministro en funciones de Educación, Cultura y Deporte, Iñigo Méndez de Vigo, destacó el estilo “personal, preciso, argumentativo, de compromiso cívico, con sutileza, cosmopolitismo y de ironía” que tienen los textos de Villoro.
El jurado del premio destacó en su decisión a favor de Villoro que “su aproximación psicológica al fútbol es compatible con su acertada crítica política, sin merma de la elegancia y la ironía como armas de construcción de realidades y acontecimientos”.
Villoro cerró su discurso hablando del periodismo convertido, ya , en su propia casa: “Capaz de disentir en las situaciones más extremas, el periodismo se ejerce como una forma del placer… El destino encuentra formas de compensar a los perdedores. Hoy mi casa es el periodismo, un ruidoso lugar para vivir”.