Durante miles y miles de años, y hasta el principio del siglo XX, la Antártida era solo un gran pedazo de hielo desconocido para la gran mayoría de la Humanidad.
Esa ignorancia tenía justificación, pues nadie vivía allí ni había tampoco los medios para llegar.
Sin embargo, hoy en día, a pesar de la globalización y de los avances tecnológicos, millones de personas siguen pensando que no hay casi nada qué decir respecto a ese territorio blanco, sobre todo porque en general en los medios de comunicación tampoco se habla de aquél, excepto en casos relacionados con el deshielo y el medio ambiente en general.
En realidad la Antártida es muy interesante en varios sentidos, como a continuación veremos.
La Antártida no siempre estuvo cubierta de hielo. Eso empezó a ocurrir hace unos 37 millones de años, cuando había pingüinos gigantes de unos dos metros de altura y 150 kilos de peso.
Tiene una superficie de 14 millones de kilómetros cuadrados, por lo que es incluso más grande que Europa (10 millones) y siete veces más grande que México.
El llamado sexto continente tiene una forma casi circular que incluye al Polo Sur y se ubica ‘al sur’ del mundo, por debajo de Sudamérica, de África y de Australia.
Es, además, el continente con la temperatura promedio más baja en todo el planeta (el mes más cálido no supera los 0 grados centígrados), alberga alrededor del 80 por ciento del agua dulce del mundo, y el espesor promedio del hielo que cubre la región es de 2,500 metros.
Durante seis meses hay luz solar todo el día, pero los otros seis meses el sol se mantiene oculto.
En la Antártida se registró en 2013 la que es hasta hoy la temperatura más baja registrada en la historia de la Tierra: -93.0 grados centígrados, en la planicie llamada Domo Argus.
Por increíble que parezca, el helado continente cuenta con un volcán activo de 3,794 metros sobre el nivel del mar, llamado monte Erebus.
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Debido al calentamiento global, la Antártida pierde al año unos 152 kilómetros cúbicos de hielo, lo que ha derivado en un aumento del nivel del mar de unos 4 milímetros.
En la Antártida no solo hay hielo. Se ha descubierto desde petróleo y oro hasta carbón, antimonio, cromo, molibdeno y uranio, pero no se han explotado porque no resulta un buen negocio y porque va en detrimento del frágil ecosistema. También han sido hallados diversos meteoritos, el primero de ellos en 1912 y fue llamado Tierra Adelia.
La Antártida, que hace 160 millones de años estuvo unida al continente africano, así como a India, Australia, Nueva Zelanda y Sudamérica en el supercontinente llamado Gondwana, fue descubierta posiblemente por el explorador español Gabriel de Castilla, en 1603,sin embargo no comenzó a recibir turismo formal sino hasta mediados del siglo XX.
Hay registros de que desde hace por lo menos 400 millones de años ya había plantas en esta región. Se dice, de acuerdo a investigaciones científicas, que los paisajes en aquel entonces habrían sido similares a los que hoy vemos en Tazmania o Nueva Zelanda.
El 14 de diciembre de 1911, una expedición noruega liderada por Roald Amundsen llegó al Polo Sur, que es el punto ‘central’ de la Antártida a donde nadie había llegado nunca.Los múltiples vuelos realizados de 1928 a 1955 por el piloto estadounidense Richard E. Byrd Jr. permitieron conocer de una mejor forma el sexto continente.
La primer persona nacida en la Antártida fue el argentino Emilio Marcos Palma, el 7 de enero de 1978, en la llamada Base Antártica Esperanza.
Por sus condiciones naturales, la Antártida cuenta con pocas especies de plantas y, por lo tanto, de animales. De hecho, las pocas plantas que hay son de formas muy simples, como algas, musgos y líquenes, y las escasas plantas que dan flores al aire libre apenas crecen un par de semanas en el verano.
En cuanto a los animales, son pocos los que viven en tierra firme y más los que habitan en los océanos, como los pingüinos, el leopardo marino, las focas de Wedell, el bacalao antártico, la ballena azul y el calamar colosal. Este último puede llegar a pesar media tonelada y sus tentáculos pueden superar los 15 metros de largo.
También hay aves como el cormorán antártico, albatros y gaviotas.
Uno de los problemas más serios es que el calentamiento global está permitiendo que especies como cangrejos y tiburones, que antes se mantenían alejadas por el frío extremo, comiencen a invadir este ecosistema y así pongan en peligro la reproducción de las especies locales.