El pueblo colombiano avisora la ansiada paz con la firma, la semana pasada, de los protocolos para la ruta del desarme definitivo de la guerrilla. ¿Será eso posible? Aquí un recuento que hace el periodista Edelmiro Franco, corresponsal de Notimex, de esta nación marcada por luchas fratricidas.
Con una historia de violencia que data de su grito de independencia el 20 de julio de 1810 y pasa por luchas partidistas sangrientas que en 1948 llevaron al asesinato del candidato presidencial liberal Jorge Eliecer Gaitán y el surgimiento de la insurgencia guerrillera, Colombia está a las puertas de la firma de un acuerdo de paz que terminaría con 52 años de guerra civil.
El siglo XX colombiano nació con un conflicto que duró tres años (1898-1901), que se conoce como La Guerra de los Mil Días, cuando los jerarcas de los tradicionales partidos políticos Liberal y Conservador llevaron al enfrentamiento armado a miles de labriegos defensores de cada color en un encuentro fratricida por el poder de la nación.
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Ese inicio de siglo pareció marcar el destino del país sudamericano durante los 100 años que le seguirían, pues los vanos intentos de modernización hechos por algunos mandatarios como Alfonso López Pumarejo (1934–1938) no llegaron a cristalizar.
El propio López Pumarejo terminó echando para atrás sus reformas, fundamentalmente la agraria, durante el segundo de sus mandatos, pues el poder de las oligarquías locales sustentado en el gran dominio terrateniente las frustró.
Y es que el problema de las tierras parece ser el más agudo de la historia en Colombia, de acuerdo con los analistas, pues la lucha entre el minifundio y el latifundio es una constante histórica que hace repetir de gobierno en gobierno la propuesta de una reforma agraria que nunca se lleva a cabo con seriedad.
El más agudo capítulo de este conflicto se llevó a cabo al terminar la década de los años 50 del siglo pasado cuando los enfrentamientos entre liberales y conservadores desembocaron en un magnicidio y por ende fueron la piedra en el zapato para la destrucción de toda esperanza de pacificación en el país. La cifra de muertos en este periodo oscila entre 300 mil y 500 mil personas.
El 9 de abril de 1948 fue asesinado a la salida de sus oficinas el líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, quien se había convertido en el más firme aspirante a la Presidencia para las elecciones realizadas en 1949.
El caudillo fue ultimado aparentemente por un solitario pistolero identificado como Juan Roa Sierra, en un día trágico para la capital colombiana. Ese viernes Bogotá terminó incendiada, Roa brutalmente asesinado y el país terminó sumido en el caos de la violencia bipartidista que cobraría más de 300 mil vidas en la década siguiente.
Gaitán se presentó como candidato de su divido partido Liberal a las elecciones de 1946, cuando perdió, pero era candidato único de su colectividad y muy probable ganador para las elecciones presidenciales que se harían en 1949.
Para Gloria Gaitán, hija del entonces jefe único del partido Liberal y candidato presidencial, el asesinato de su padre fue orquestado por la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA), el presidente Mariano Ospina Pérez, y contaban con la complicidad del dirigente conservador Laureano Gómez y el exmandatario liberal Alfonso López Pumarejo.
Gaitán fue sin duda la figura política más grande de Colombia en el siglo pasado, pues tras de sí arrastró un enorme poder de convocatoria popular, basado en su carismática figura y en su verbo claro y hasta cierto punto incendiario, de acuerdo con analistas políticos de su discurso.
“El movimiento Gaitanista, era la fuerza política más poderosa del país. El pueblo lo impuso como jefe único del partido Liberal, que se convirtió en una fuerza aplastante (…) Para evitar esta revolución política en las urnas, se desató una violencia de Estado y no fue partidista”, enfatizó Gloria Gaitán