El movimiento del cártel Nueva Generación al secuestrar al hijo del encarcelado Joaquín «El Chapo» Guzmán enciende las alarmas ante una posible ola de violencia por el desafío directo al cártel de Sinaloa.
El secuestro parece ser el último golpe para socavar la autoridad del encarcelado capo de la droga y ocurre poco después de que hombres armados invadieron la vivienda de su madre en el estado de Sinaloa.
El poder y alcance de la organización Nueva Generación creció con rapidez en los últimos años, a menudo en competencia directa con el grupo de Guzmán, que es considerada desde hace mucho la pandilla de narcos más poderosa de México.
«Esto podría indicar una escalada», dijo Samuel Logan, socio gerente de la consultora de seguridad Southern Pulse, acerca del secuestro. «Este es un movimiento muy valiente».
El cártel Nueva Generación se labró una reputación por sus ataques frontales contra las autoridades del estado, pero también se ha establecido en zonas lejanas como Veracruz o Baja California Sur.
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«No me sorprende que hayan presionado para llevar la escalda al próximo nivel», dijo Logan. «Y si algo de lo que creo pasa en los próximos 10 días esto se va a confirmar. Estos chicos no van a esperar para devolverla».
Este sería el último indicio de que el dominio del cártel de Sinaloa no es el que era en el pasado. Se dice que el «Chapo» administraba sus actividades desde la cárcel hasta que se escapó por segunda vez en el 2015, y cuando fue recapturado se le impusieron medidas de seguridad más estrictas en el penal de Ciudad Juárez, en el que está internado.
En los últimos meses se reportaron otras afrentas contra el capo del narcotráfico. En junio, medio locales informaron que un escuadrón armado entró a la casa de la madre de Guzmán y sustrajo vehículos y otras propiedades.
«En este momento hay una guerra por el control del cártel de Sinaloa, y en esa guerra, se está centrando el tema en ataques a sus familiares», dijo Raúl Benítez, especialista en seguridad y profesor de ciencias políticas de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Jesús Alfredo Guzmán lleva años en el radar de las autoridades. En 2009, Estados Unidos lo acusó de tráfico de drogas en Chicago, junto a su padre y a otros líderes de su organización.
En 2012, en virtud de la Ley de Designación de Cabecillas Extranjeros del Narcotráfico, el Departamento del Tesoro estadounidense lo describió como lugarteniente de su padre. Ese mismo año, marines mexicanos arrestaron por error a un vendedor de autos de segunda mano y lo presentaron a la prensa como Jesús Alfredo.
Almaguer apuntó que las autoridades siguen trabajando para confirmar las identidades de dos de los seis hombres plagiados. Los rumores apuntan a que el hermano mayor de Jesús Alfredo, Iván Archivaldo Guzmán, está también entre las víctimas.
Andrés Granados, un abogado que representa a su padre, dijo no tener información sobre los secuestros.
Si Iván Archivaldo está en la lista de secuestrados, los responsables tendrían al menos a dos de los herederos del «Chapo», que se cree están haciéndose con el control de partes de su imperio.