El ex ministro francés de Economía Emmanuel Macron, de 38 años, anunció este miércoles su candidatura a las elecciones presidenciales de 2017, presentándose como una alternativa a los políticos que han gobernado Francia desde hace décadas.
«Hemos entrado en una nueva era (…). No podemos responder a las grandes transformaciones que estamos viviendo con los mismos hombres y las mismas ideas», declaró este ex banquero que entró en política hace menos de cinco años durante una conferencia de prensa en Bobigny, un suburbio desfavorecido del noreste de París.
«Vi desde adentro el vacío de nuestro sistema político (…) vi lo que cuesta rechazar las reglas obsoletas de un sistema de clanes que se ha convertido en el principal obstáculo para la transformación de nuestro país», añadió el ex ministro, que dimitió en agosto del gobierno socialista de François Hollande tras dos años en el cargo.
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«Rechazo este sistema», añadió, haciendo un llamado a una «revolución democrática profunda».
Las ambiciones políticas del antiguo protegido de Hollande eran un secreto a voces desde que en abril pasado dio un primer paso hacia su candidatura con la creación del movimiento «¡En Marcha!», que hoy cuenta con cerca de 100.000 miembros y más de 2,7 millones de euros en donaciones.
Su objetivo, dijo entonces, era promover «ideas nuevas (…) ni de derecha, ni de izquierda».
La entrada en la carrera presidencial de este economista, formado en la prestigiosa Escuela Nacional de Administración (ENA), podría agravar la fragmentación de la izquierda gobernante, que según los sondeos no pasaría la primera vuelta de las presidenciales del 27 de abril frente a una derecha decidida a regresar al poder y a una extrema derecha en ascenso.
Por su parte, su mentor, Hollande, que toca fondo en los sondeos, todavía no ha dicho si se presentará a un segundo mandato, aunque sólo un 12% de los franceses quiere que se postule en 2017.
La candidatura de Macron, que adopta un discurso «antisistema», levanta inquietudes tanto en la izquierda como en la derecha francesa, por lo que las reacciones no tardaron en llegar.
Entre los conservadores, algunos están convencidos de que los franceses «no confiarán las riendas de su destino a una persona sin experiencia» y otros llaman a los franceses a no ser «ingenuos» frente a un candidato que «ha apoyado la política económica implementada» por Hollande desde 2012.
«Para gobernar se necesita experiencia», señaló por su parte el primer ministro, el socialista Manuel Valls.
Para la líder del ultraderechista Frente Nacional, Marine Le Pen, Macron, a quien describe como «el candidato de la banca», no puede encarnar el cambio.
Macron, que nunca ha sido elegido para un cargo en las urnas, era casi un desconocido cuando el presidente Hollande lo nombró ministro de Economía en agosto de 2014 con el objetivo de implementar un programa de reformas económicas.
Su discurso seduce sobre todo a los jóvenes urbanos y al mundo de los negocios. Sin ni siquiera haber presentado un programa político concreto goza de un 49% de opiniones positivas, según un sondeo reciente.
Macron, cuyas posiciones liberales irritaban a sus colegas socialistas, cuestiona los fundamentos de una izquierda francesa aún influida por una visión marxista de la economía, recelosa frente a las empresas privadas.
Se ha posicionado a favor de derogar la ley de la semana laboral de 35 horas, adoptada por un precedente gobierno socialista, en 1998.
Emmanuel Macron no es el único ex ministro de Hollande que ha desafiado al presidente. El ex ministro de Educación Benoît Hamon y el de Economía Arnaud Montebourg ya anunciaron que serán candidatos en las primarias de la izquierda en enero.
Pero a diferencia de ellos, Macron, quien rechaza la lógica de los partidos tradicionales, se niega a pasar por las primarias de la izquierda, una estrategia que podría poner en aprietos al candidato socialista para los comicios presidenciales. AFP