En medio de una actualidad dominada por los escándalos, el rey Felipe VI de España, pidió este jueves trabajar para que la corrupción sea «un triste recuerdo», al dirigirse al Gobierno, los diputados y los senadores en una sesión solemne en el Congreso en la apertura de la XII Legislatura.
En un discurso muy directo, el monarca afirmó que «la corrupción, que ha indignado a la opinión pública (…), tiene que llegar a ser un triste recuerdo de una lacra que hemos de vencer y superar».
«Los valores éticos deben inspirar nuestra vida pública», enfatizó, máxime después de diez meses de parálisis política, que generaron «inquietud y malestar en nuestra sociedad».
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Felipe VI dijo esto en alusión a una letanía de escándalos de corrupción que desde hace una década han marcado la actualidad política y mediática.
En ellos se han visto implicados su hermana, la infanta Cristina, que espera saber si va a ser condenada por fraude fiscal, y el esposo de ésta Iñaki Urdangarin, protagonista de un sonado escándalo de corrupción.
Igualmente están procesadas por corrupción numerosas figuras vinculadas al gobernante Partido Popular y al Partido Socialista.
El mismo miércoles, un informe de Transparencia Internacional revelaba además que el 80% de los españoles considera que el Gobierno lo está haciendo «mal» a la hora de combatir la corrupción.
El rey dijo por ello que se impone una «regeneración moral de la vida pública», como «antecedente necesario para poder recuperar la confianza de los ciudadanos».
El acto de este jueves pone fin de manera solemne a los diez meses de bloqueo político que vivió el país desde diciembre y hasta octubre, por la incapacidad de los partidos de formar una mayoría de Gobierno.
Don Felipe hizo por ello un firme llamamiento al diálogo, ante un Ejecutivo, el de Mariano Rajoy, que está en minoría en la cámara y deberá pactar ley a ley con los demás partidos, empezando por los presupuestos.
La actual situación, acotó, «demanda la voluntad y la capacidad de llegar a acuerdos, de lograr la mayor concertación en las cuestiones básicas».
El jefe del Estado recordó también las «profundas consecuencias» que dejó la dura crisis económica de 2008-2013, empezando por el paro, uno de los más altos de la eurozona, si bien la recuperación del empleo en los últimos meses «es una realidad cierta y positiva».
La sesión estuvo marcada por la protesta simbólica de los diputados de Podemos, una formación de sensibilidad republicana que posee la tercera mayor bancada en la cámara (71 de 350).
Sus legisladores escucharon el discurso del rey, pero no fueron luego a saludarlo ni al desfile militar frente al Congreso, en la madrileña Carrera de San Jerónimo.
Cuando el rey terminó su intervención, pudo verse que diputados como Pablo Iglesias, líder de Podemos; Íñigo Errejón, el número dos; o Pablo Bustinduy, responsable del área internacional, permanecían sentados en su escaño y sin aplaudir.
Otro diputado de Podemos, el sindicalista andaluz Diego Cañamero, lucía una camiseta con el lema «Yo no voté a ningún rey».
«Pensamos que ciertos protocolos quizás no sean lo más sensato para una democracia moderna y una España del siglo XXI, pero nuestro respeto es absoluto», explicó Iglesias a la prensa.
«Estos numeritos que se los dejen para el circo», le replicó, en unas declaraciones a la prensa, el portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando.
Dos partidos independentistas, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y el vasco EH Bildu, boicotearon toda la ceremonia, y un senador de Izquierda Unida desplegó en su escaño una bandera republicana tricolor, roja, amarilla y violeta.
El de este jueves fue el primer discurso de Felipe VI en la cámara desde su proclamación como tal, en junio de 2014, tras la abdicación de su padre, el rey Juan Carlos I.
Don Felipe, de 48 años, estaba flanqueado por la reina Letizia y sus dos hijas, Leonor, de 11 años y heredera del trono, y Sofía, de 8. AFP