En pleno invierno, los palestinos de la Franja de Gaza tiritan de frío al disponer de sólo cuatro horas de electricidad diarias, en el mejor de los casos: una situación que denuncian en continuas manifestaciones, reprimidas por Hamás.
Aunque hay información sobre casos de niños muertos de frío, la confirmación es muy difícil de obtener en este territorio, gobernado por este movimiento islamista y sometido al bloqueo israelí y egipcio.
El jueves, las fuerzas de seguridad de Hamás dispersaron con porras y disparos al aire una manifestación de unas mil personas que pedían electricidad a gritos en el campo de refugiados de Jabaliya.
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Ese día, las fuerzas de seguridad golpearon a un fotógrafo de AFP, a quien intentaron impedir que trabajase. Además, hombres de civil exhortaron con sus armas a un periodista de la agencia estadounidense Associated Press a que les entregara sus teléfonos, denunció la Asociación de la Prensa Extranjera.
Desde hace unas dos semanas, los más afortunados, los habitantes de la ciudad de Gaza, sólo reciben cuatro horas de electricidad al día, en vez del suministro por ciclos de ocho horas.
La escasez de electricidad se suma a las duras condiciones de vida de los habitantes de este enclave de los territorios palestinos, que vivió tres guerras con Israel entre 2008 y 2014, y que se encuentra inmerso en una crisis económica y humanitaria permanente, en un área muy pequeña, encerrada entre Israel, Egipto y el Mediterráneo.
Los que pueden, compensan la falta de electricidad con generadores que funcionan a gasolina. Pero el precio del combustible ha aumentado, y los demás tienen que quemar madera para calentarse.
La crisis preocupa por sus consecuencias sanitarias, incluso en un territorio ya muy castigado. Es también un desafío para Hamás, en el poder, que debe contener las protestas.
Adel Meshuji, un conocido cantante y humorista, fue detenido el miércoles por haber subido a internet un vídeo sobre la falta de electricidad, visto más 150.000 veces. «Hamás, ¡basta!», pedía.
El coordinador especial de la ONU para el proceso de paz palestino-israelí, Nikolay Mladenov, expresó su «profunda inquietud» por la detención, pidiendo el «respeto total» al derecho a manifestarse, así como una solución «inmediata» de la crisis.
«Estamos viendo mucha cólera y mucho resentimiento en las calles de Gaza por los cortes de electricidad», dijo Amjad al Shawwa, director de una red de organizaciones no gubernamentales palestinas.
Ahmad al Soarka, de 24 años, asegura que su hijo de 12 meses murió «por el frío extremo, según nos dijeron en el hospital».
El domicilio de la familia fue destruido por el conflicto con Israel de 2014, y la casa prefabricada en la que vive «es como un frigorífico».
Las autoridades no confirmaron las causas del fallecimiento.
Los dos millones de habitantes del enclave necesitan unos 450 ó 500 megavatios al día, pero no reciben ni la mitad.
Diferentes factores contribuyen a esta penuria, como el hecho de que la única central eléctrica de la Franja de Gaza resultara dañada por las sucesivas guerras, limitando su capacidad.
Además, el 70% de los hogares no paga sus facturas de electricidad, bien porque son muy pobres o porque el sistema de cobro de facturas es deficiente, según la ONU. Un dinero que podría servir para proveer más electricidad.
El resto de la electricidad de Gaza viene de Egipto y, sobre todo, de Israel.
La causa inmediata de la escasez podría tener su origen en una disputa entre facciones palestinas. La Autoridad Palestina, que sólo ejerce su autoridad en Cisjordania tras de su expulsión de la Franja de Gaza por parte de Hamás, es la que compra la electricidad a Israel y Egipto.
Por dificultades financieras, supuestamente ha dejado sin efecto la exoneración de impuestos al combustible transferido a Gaza.
Hamás y la Autoridad Palestina se culpan mutuamente, y el primero acusa también a Israel, que a su vez responsabiliza de la situación a las disensiones palestinas. AFP