La solución a la inmigración ilegal no son los muros, sino una mejor distribución de la riqueza, dijo en la ONU el presidente de Ecuador, Rafael Correa, al asumir la presidencia del G77+China.
Correa recibió la presidencia rotativa del grupo de países en desarrollo y emergentes de manos de Tailandia, y arremetió en su discurso contra la «globalización neoliberal», las transnacionales que violan los derechos ambientales, y contra medios de comunicación en manos de «grandes corporaciones o de media docena de familias».
«Mientras no se resuelva una justa distribución de la riqueza, no se resolverán los problemas sociales y mundiales. La solución para detener la migración no son muros ni fronteras, es la solidaridad, es humanidad», afirmó.
El presidente socialista, de 53 años, no mencionó explícitamente al futuro presidente estadounidense, Donald Trump, quien prometió construir un muro de 3.200 km en la frontera con México.
«El orden mundial no solo es injusto, es inmoral. Todo está en función de los más poderosos», lanzó Correa, que urgió al G77 a la unidad.
El flamante secretario general de la ONU, Antonio Guterres, aseguró que el grupo es un «socio privilegiado» en su objetivo de reformar la ONU para hacerla más eficaz y hacer hincapié en la prevención.
«No hay mejor prevención que el desarrollo. Es con el desarrollo que sea crean las condiciones para minimizar los impactos de los desastres naturales o del cambio climático pero también para minimizar los riesgos de conflicto, de inestabilidad, de guerra», dijo Guterres en español.
Ecuador es el país de Latinoamérica que acoge más refugiados, unos 60.000, sobre todo desplazados por el conflicto armado en Colombia, recordó Correa.
«Ecuador es un ejemplo admirable de solidaridad y los refugiados son los testigos que mejor lo pueden afirmar», se congratuló Guterres, quien dijo que el pequeño país sudamericano es «referencia fundamental de valores de solidaridad, de preocupación para que el desarrollo sea inclusivo y sostenible, de democracia y de derechos humanos».
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«Ecuador siempre tuvo sus fronteras abiertas» y «los ecuatorianos tenían sus casas abiertas, sus corazones abiertos», añadió el ex alto comisionado para los refugiados de la ONU.
Para Correa, la unidad del G77 -un grupo integrado por 134 países en desarrollo o emergentes- es la única manera de presionar por una reforma de la ONU que dé más poder a la Asamblea General y menos al Consejo de Seguridad.
De nada sirve al G77 intentar reformar al Fondo Monetario Internacional o al Banco Mundial «que tanto daño nos han hecho», dijo Correa.
«Debemos construir nuestras propias arquitecturas financieras regionales e internacionales para que nuestro ahorro se quede en la región y no vaya a financiar a los países más ricos», aseveró en su discurso.
También dijo que su país, «primero en otorgar derechos a la naturaleza», presionará por una declaración de derechos ambientales en el seno de la ONU y reclamó la creación de tribunales ambientales para juzgar crímenes de este tipo cometidos por transnacionales.
«Tenemos tribunales para proteger las inversiones (…) pero no tribunales para proteger a la naturaleza y obligar a pagar las deudas ambientales», sostuvo el mandatario, que dejará en mayo la presidencia tras 10 años de gobierno.
Ecuador enfrenta desde hace varios años y simultáneamente varios procesos con petroleras en cortes internacionales de arbitraje con varios miles de millones de dólares en juego.
El de más envergadura es el que sigue en la Corte de La Haya por el caso de la petrolera Chevron, que fue condenada por la justicia ecuatoriana a pagar 9.500 millones de dólares por daños ambientales a indígenas y pobladores amazónicos.
La multinacional atribuye los daños a la estatal Petroecuador, con la que Texaco operó en consorcio entre 1964 y 1990, y rechaza pagar, alegando que el fallo en su contra fue obtenido mediante fraude y sobornos. AFP