Una serie de terremotos, entre ellos uno de 5,7 grados de magnitud, sacudieron este miércoles el centro de Italia, una zona castigada el año pasado por los seísmos y sepultada ahora por las tormentas de nieve.
«Fue apocalíptico. Nos quedamos como petrificados. Sentimos primero uno, luego otro, de nuevo uno más fuerte. Sentíamos como que el mundo se estaba derrumbando a nuestro alrededor. La gente gritaba, era terrible», contó a la AFP Nello Patrizi, de 63 años, un ganadero que estaba con sus vacas cerca de Montereale.
El primer temblor, de 5,3 grados, tuvo lugar a las 10h25 locales (09h25 GMT). El siguiente, más largo y más fuerte (de 5,7 grados), se produjo en torno a las 11h14. El tercero (de 5,5) fue a las 11h25 y el cuarto (de 5,2), a las 14h33. En total, se han registrado más de 100 réplicas, lo que ha generado pánico en muchas ciudades.
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Los temblores más fuertes se sintieron también en Roma, Florencia y Nápoles, donde cientos de personas salieron de sus casas y trabajos. «Por fortuna, no hay víctimas, pero el Gobierno se ha movilizado ante la emergencia», declaró desde Berlín el primer ministro italiano, Paolo Gentiloni.
Los epicentros se localizaron entre Montereale, Capitignano, Campostoto, Barete, Pizzoli y Amatrice, poblaciones a unos 150 kilómetros de Roma, donde la Protección Civil intenta evaluar si hubo daños, con dificultad por las condiciones climáticas.
Amatrice, la localidad más afectada por el seísmo de 6 grados de magnitud que el pasado 24 de agosto dejó más de 300 muertos, está aislada, pues las ambulancias no han podido acceder por las fuertes nevadas.
Toda esa zona, ubicada en medio de montañas, sufre desde hace diez días tormentas de nieve y viento que convirtieron muchas de las carreteras en impracticables.
Una madre y un niño atrapados dentro de los escombros de una casa fueron rescatados con vida en la localidad montañosa de Castiglione Messer Raimondo, a sólo unos kilómetros del epicentro del terremoto, informaron con un tuit los bomberos.
Tanto la mujer como el hijo estaban en estado de hipotermia por las fuertes nevadas y las ráfagas de viento frío que azotan desde hace diez días a esa región, por lo que tuvieron que ser evacuados en helicóptero a un hospital cercano.
«No sé qué hemos hecho de malo, ayer nevadas de hasta dos metros y ahora el terremoto. ¿Qué se puede decir? No tengo palabras», comentó desconsolado a la televisión el alcalde de Amatrice, Sergio Pirozzi.
«La situación es dramática, las carreteras no se pueden utilizar por la nieve, tenemos pocos medios, otros están dañados», lamentó Stefano Petrucci, alcalde de Accumoli, otras de las aldeas afectadas por los terremotos.
«Vivimos una emergencia monstruosa. Estamos tratando de superar un muro de nieve para entregar ayuda», reconoció el alcalde de Ascoli, Guido Castelli.
Las tormentas de nieve de los días anteriores complica el traslado de equipos y maquinaria y se teme por la población, sobre todo ancianos y niños, que desde hace varios días no tienen electricidad y sufren problemas de comunicación.
Las regiones de Abruzzo, Lazio y Marcas han sido las más afectadas con los sismos del año pasado, con derrumbes de edificaciones históricas y aldeas enteras arrasadas.
En la capital, las autoridades suspendieron por dos horas los servicios de tren subterráneo por razones de seguridad y la sede del Ministerio de Exteriores así como algunas escuelas fueron evacuadas.
También la sede central de la Universidad La Sapienza fue evacuada y los museos del centro de Roma fueron cerrados por varias horas. Las escuelas de Abruzzo y Marcas que no habían sido cerradas debido a la nieve fueron evacuadas por los sismos.
Los servicios de emergencia movilizaron también helicópteros para controlar el impacto de los terremotos e intentar socorrer a la gente bloqueada por las nevadas, con temperaturas que llegan a 12 grados bajo cero.
Por ahora no se ha informado de derrumbes, pero los residentes de la ciudad de Aquila, traumatizada por los terremotos del año pasado, salieron a las calles y se registraron escenas de pánico.
El alcalde, Massimo Cialente, aseguró que de momento no se habían registrado daños, aunque reiteró que la «situación es muy difícil, ya que hay que sumar a las nevadas el terremoto».
En Amatrice, la antigua y bella ciudad de montaña devastada por el terremoto anterior, se derrumbó lo que quedaba del campanario de la iglesia de San Agustín, del siglo XIV.
El Ejército y los bomberos han sido movilizados para hacer frente a la doble emergencia: responder a las peticiones de asistencia y de transporte de enfermos de una población que vive, desde hace más de seis meses, en condiciones precarias. AFP