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El presidente Donald Trump, revivió este martes los proyectos de dos polémicos oleoductos cuya construcción había sido descartada por el Gobierno de Barack Obama ante la fuerte presión de grupos ambientalistas.
Mediante la firma de dos decretos, Trump reflotó el extenso oleoducto Keystone XL, que transportaría crudo desde Canadá a refinerías en Estados Unidos, y otro que atravesaría territorio indígena en Dakota del Norte.
Mientras firmaba uno de los decretos, Trump dijo que el oleoducto Keystone XL «estaba en disputa» y se renegociarán los contratos.
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De acuerdo con Trump, el proyecto representa «muchos empleos. Serán 28.000 puestos de trabajo. Excelentes puestos de trabajo de construcción».
Al firmar luego el decreto sobre el oleoducto de Dakota, el mandatario también apuntó que será objeto de renegociación.
«Insisto en que si vamos a construir oleoductos, que las tuberías sean construidas en Estados Unidos», dijo. «Vamos a construir nuestro propio oleoducto, nuestros propios caños, como era en los buenos tiempos», añadió.
El proyecto Keystone XL había sido descartado por el anterior presidente, Barack Obama, ante la enorme presión que ejerció la comunidad ligada a la protección ambiental.
El Gobierno de Canadá, en tanto, apoyaba la idea de manera discreta, aunque el propio primer ministro, Justin Trudeau, decidió despegarse de la idea.
En tanto, el oleoducto de Dakota del Norte se había convertido en el centro de una espectacular polémica interna en Estados Unidos.
Grupos indígenas y agrupaciones de apoyo organizaron una encarnizada resistencia al proyecto, con intensa movilización que incluyó celebridades del cine.
Miles de personas llegaron a acampar en el helado territorio abierto de Dakota del Norte, en pleno invierno, para bloquear el proyecto.
La tribu Sioux temía que la construcción del oleoducto en su territorio promueva contaminación de las aguas y la destrucción de áreas que consideran sagradas.
La policía de Dakota del Norte trató de desalojar a los manifestantes y se registraron violentos enfrentamientos que a su vez generaron una ola de indignación a nivel nacional.
Unos 2.000 veteranos estadounidenses se unieron a los grupos de resistencia en las manifestaciones, hasta que el Gobierno de Obama decidió también sepultar la idea.
El presidente Trump fue invitado a pronunciar un discurso el próximo 28 de febrero ante las dos cámaras del Congreso, informó este martes el titular de la Cámara de Representantes, Paul Ryan.
«Este martes, invité al presidente Trump a hablar ante una sesión conjunta del Congreso», dijo Ryan a la prensa en el Capitolio.
«Será una ocasión para que el pueblo y sus representantes escuchen directamente al presidente describir su visión y un programa común. Es un programa ambicioso», agregó.
Poco antes, en la red social Twitter, Ryan había escrito: «Estoy invitando a @POTUS a dirigirse a una sesión conjunta del Congreso el 28 de febrero».
Potus es el acrónimo en inglés del presidente de Estados Unidos (President of the United States).
Las dos cámaras del Congreso, la de Representantes y el Senado, están controladas por el partido Republicano, que formalmente apoyó a Trump en la campaña presidencial.
Sin embargo, los más influyentes líderes republicanos del Congreso mantuvieron una tensa relación con Trump desde el inicio mismo de la campaña.
El propio Ryan había dicho, cuando Trump ya era el candidato formal del partido, que no podía comprometerse en apoyar al polémico millonario.
Los pesos pesados del partido decidieron poner las diferencias en segundo plano para evitar ventilar problemas en plena elección y ahora aparentemente todas las partes están dedicadas a construir puentes de diálogo para garantizar gobernabilidad.
Por otro lado, Trump dará a conocer el nombre de su candidato para sustituir en el Tribunal Supremo al juez conservador Antonin Scalia, fallecido en febrero del año pasado.
La instancia judicial más alta del país está abocada al bloqueo desde la muerte del juez conservador Antonin Scalia en febrero del año pasado. Desde entonces, funciona con ocho magistrados: cuatro conservadores y cuatro progresistas.
El expresidente demócrata Barack Obama propuso como sustituto a Merrick Garland, pero el Senado, que tiene la tarea de confirmar la nominación y ahora está controlado por el partido Republicano, se ha negado a aceptarlo.
«Vamos a escoger a un juez realmente bueno para el Tribunal Supremo y lo anunciaré en algún momento de la próxima semana», explicó el mandatario desde el Despacho Oval.
El nuevo presidente estadounidense reconoció hace poco que tiene una lista de 20 posibles candidatos.
El Supremo debe tomar decisiones sobre temas muy sensibles sobre los que la ideología pesa, como el aborto, el matrimonio homosexual y la posesión de armas.
Sus jueces son nombrados por el presidente y ocupan el cargo de por vida.
Tras su victoria el 8 de noviembre, Trump adelantó que pensaba escoger a un juez -o jueces, en caso de más fallecimientos- en contra del aborto y a favor de las armas.
«Soy pro-vida (en contra del aborto) y los jueces también lo serán», declaró entonces a la cadena de televisión CBS. «Estarán muy a favor de la Segunda Enmienda» de la Constitución, que legitima el derecho que tienen los ciudadanos estadounidenses a llevar armas. AFP