Huracanes, inundaciones y sismos han sido históricamente la causa de grandes desastres en México. La geografía del país es tan diversa que ocurren en el mismo territorio todo tipo de eventos naturales, pero el riesgo más importante que corren los mexicanos es una infraestructura y planeación deficientes, que los vuelven más vulnerables ante las amenazas del entorno, advierte la científica mexicana Irasema Alcántara.
La investigadora ganó en mayo pasado la medalla Sergey Soloviev -en honor a un reconocido sismólogo ruso- que otorga la Unión Europea de Geociencias, convirtiéndose en la primera mujer y la primera persona latina en conseguirla. La institución reconoció la contribución de Alcántara a la prevención de desastres naturales en países en desarrollo, vocación que nació con el terremoto que azotó la capital mexicana en 1985.
“Fue muy difícil entender cómo en un abrir y cerrar de ojos se había generado tanta destrucción y desolación. Fueron escenas imborrables”, contó la científica a EL PAÍS, y explicó que la magnitud de aquél desastre [8.1 grados Richter y un modesto conteo oficial de 10.000 muertos] dejó la sensación de impotencia ante la naturaleza, cuando el problema fue que la ciudad no estaba lista para enfrentar un sismo como ese.
“El mito principal sobre los sismos en el que se debe trabajar es que los sismos matan. Nunca se ha documentado que un sismo mate a individuo alguno. Las personas mueren a causa del colapso de infraestructura que no está bien construida”, puntualizó Alcántara.
Como ejemplo, la científica de la Universidad Nacional (UNAM) citó los terremotos de Haití en 2010 y de Japón en 2011. El primero tuvo una intensidad de 7 grados y el segundo de 9 y, sin embargo, en Haití murieron más de 200.000 personas, mientras que en Japón el número de muertes rebasó las 20.000. Además, la mayoría de las víctimas en el país asiático murieron ahogadas por el tsunami que desencadenó el sismo, no bajo los escombros de construcciones colapsadas.
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La otra amenaza natural que cada año deja alguna población mexicana en estado de emergencia son las lluvias y huracanes, según la experta. La ocurrencia de un sismo en áreas donde no se han implementado códigos pertinentes de construcción, así como la inestabilidad de laderas en zonas de alta marginación, son los dos riesgos más importantes que corren los mexicanos, debido a que el territorio está lleno de zonas serranas con poblaciones que no tienen recursos suficientes para construir viviendas que resistan estas amenazas.
Un segundo mito que aplica no solo a la sismicidad, sino también a otro tipo de amenazas como los deslizamientos de tierra, las inundaciones, los tsunamis y las erupciones volcánicas, entre otros, es que el impacto de los desastres depende de la magnitud de la amenaza, explica la geógrafa. La realidad -aclara- es que el impacto generado está determinado en gran medida por las condiciones de vulnerabilidad de las personas expuestas a dicho impacto, no por la amenaza per se.
“La vulnerabilidad es el aspecto más urgente que se debería atender. Ello implicaría realizar análisis de sus causas de fondo, de sus diferentes dimensiones, y al mismo tiempo echar a andar políticas públicas integrales, coordinadas, que garanticen la reducción de la vulnerabilidad e impidan la creación de nuevos riesgos”, explicó Alcántara Ayala.