El Fondo Monetario Internacional (FMI) pronostica un crecimiento del 1,3% para América Latina en 2015, casi como en 2014. El director del organismo para la región, Alejandro Werner (Buenos Aires; 1967), desgrana el escenario de presente y futuro.
Pregunta. ¿Cuál es el estado de salud de la región?
Respuesta. El 1,3% de crecimiento es bastante bajo. Veníamos de niveles del 4%. Es el reflejo del ajuste en América del Sur a la caída del precio de los commodities, los minerales y productos agropecuarios, después de un periodo de crecimiento sostenido; del efecto negativo de la caída del petróleo; y del fin del impulso de las reformas que se hicieron en los noventa. Ese impulso no se ha sostenido y su efecto se agota.
P. ¿Cómo convive América Latina entre EE UU y Europa?
R. El crecimiento de EE UU va a traer beneficios a las economías más vinculadas a ellos: México, Centroamérica, Caribe. Hay una rotación geográfica: menor crecimiento en Sudamérica y mayor en Centroamérica. La apreciación del dólar está provocando un movimiento hacia la debilidad de las monedas en América Latina. La situación en Europa afecta menos porque los vínculos comerciales son primero con el mundo de las materias primas, luego con EE UU y luego con Europa. Y además, vemos en 2015 más crecimiento europeo que en 2014.
P. ¿Cómo se fortaleció Latinoamérica en los años de bonanza?
R. Aprovecharon para bajar la deuda, fortalecer la capitalización del sistema financiero, mejorar la situación de las familias y avanzar en temas sociales. América Latina llega más fuerte al final de este proceso. Ahora bien, hubo oportunidades que no se maximizaron. América Latina debió ahorrar más de esta bonanza que ahora se ve que es más transitoria de lo que se creyó. El impulso a la infraestructura se debió haber dado antes, y en educación y salud el enfoque de calidad se debió dar al mismo tiempo que el enfoque de cobertura. La región está mejor posicionada que en otras épocas para hacer frente a la crisis. Elboom de los commodities se aprovechó mejor que en el pasado, pero no tan bien como podía haberse hecho.
P. ¿Venezuela es un ejemplo de lo que se hizo mal?
R. Es un ejemplo de la dependencia del petróleo. Lo que en inglés llaman resource curse, la maldición de la abundancia de los recursos primarios. Esta riqueza llevó a abandonar otros sectores de la economía, y cuando se ha caído esa fuente de ingresos, no hay otros motores de crecimiento. Venezuela ya venía con un crecimiento negativo, con escasez, y para una economía que exporta el 30% de su producto en petróleo, el choque es muy grande. Anticipamos una caída del 7%.
P. ¿Y Brasil?
R. Ha tenido que poner en marcha un programa financiero y fiscal muy fuerte para estabilizar la inflación y restablecer la confianza en las variables macroeconómicas. El reto es que esto afecte lo menos posible a los programas sociales, y enfocarse en la calidad.
P. ¿Qué ventajas e inconvenientes tienen los fuertes vínculos de América Latina con China, puede haber una excesiva dependencia de sus inversiones?
R. Más que dependencia financiera, yo hablaría de introducción de un nuevo actor. Tener un nuevo socio en la región debería ser bueno, es un nuevo jugador, hay más diversificación. Pero es un jugador que responde de manera diferente y la manera en que puede reaccionar a los choques internos o externos es incierta. Ese es el riesgo adicional. América Latina debe entender mejor a China para maximizar esa oportunidad. Aunque China no responde a los patrones tradicionales de EE UU y Europa.
P. ¿Por qué es diferente?
R. Porque tiene un ciclo económico que no está correlacionado con Europa y EE UU. Los inversionistas atraviesan por situaciones diferentes. Si uno está en crisis, China no tiene por qué estarlo. Y está más influido por decisiones de política económica de medio plazo, y donde la actividad privada y la pública actúan de manera más conjunta. Son inversiones más estables, que no reaccionan a choques a corto plazo; pero si se van, van a tardar más en regresar. Si las inversiones de China sirven para diversificar la financiación de los países, como un jugador más, y se usa su conocimiento tecnológico, es una buena oportunidad. Si China reemplaza a las inversiones que se van, como un financiador de última instancia, sube la dependencia. China es un salvavidas que probablemente no será un salvavidas permanente.
P. ¿Es posible una moneda única latinoamericana?
R. En este momento, eso es una situación totalmente utópica. América Latina es mucho más heterogénea de lo que era Europa hace décadas. Y no hay factores políticos que lleven a la necesidad de una integración para evitar conflictos mayores. En América Latina se han dado acuerdos que han favorecido la integración de pequeños bloques. La experiencia europea muestra que es muy prematuro buscar una integración monetaria cuando la integración económica no existe. Ahí debe estar el foco, sobre todo en la parte comercial.
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