
En el desierto del este de Siria, combatientes kurdos y árabes cantan para darse ánimos. Con el apoyo de la coalición internacional antiyihadista liderada por Estados Unidos, vuelven al campo de batalla para una ofensiva clave contra el grupo Estado Islámico (EI).
Cerca de la localidad de Al Susa, la alianza kurdo-árabe de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) estacionó sus blindados y sus vehículos militares cargados de obuses y de cohetes.
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No muy lejos, soldados miembros de la coalición internacional venidos en su apoyo cargan obuses en un mortero y se acuclillan cuando disparan contra el último reducto de EI, cerca de la frontera iraquí. Una espesa nube de humo gris se eleva en el horizonte.
Los yihadistas se encuentran ahora atrincherados en Hajin, Al Susa y Al Shafa, tres localidades de la provincia de Deir Ezzor, aunque empiezan a estar dispersados después de haber controlado amplias regiones en Siria e Irak.
«El EI consolidó sus posiciones, intentamos romper sus defensas y poner fin a su presencia al este del Éufrates», explica a la AFP un comandante de las FDS, Ibrahim al Dayri, con una barba impecablemente recortada.
El lunes, sus hombres, respaldados por la coalición internacional, lanzaron la «fase III de la operación Roundup», presentada como la última etapa de la ofensiva destinada a acabar con la presencia del EI en el este de Siria.
Unos 3.000 yihadistas, extranjeros en su mayoría, intentarán resistir en este enclave de Hajin. Entre ellos habría dirigentes de «primer rango», principalmente iraquíes, según las FDS.
El paradero del gran jefe del EI, Abu Bakr Al Bagdadi, sigue siendo desconocido. Aunque fue dado por muerto varias veces, responsables iraquíes aseguran que seguiría vivo y se encontraría en territorio sirio, cerca de la frontera con Irak.
– «Hasta la muerte» –
«Es una batalla decisiva, para nosotros pero también para el EI», asegura el comandante Dayri, que luce el escudo amarillo de las FDS en su hombro.
«Los miembros del EI luchan hasta la muerte», añade.
A su alrededor, el ambiente sin embargo es relajado. Sus hombres van y vienen fusil al hombro y con chalecos antibalas cargados de munición. Algunos se instalan en tiendas de campaña improvisadas para protegerse del sol.
Desde el lunes, los combates dejaron al menos 37 miembros de las FDS y 53 yihadistas muertos, según un nuevo balance del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH).
El viernes, durante una tormenta de arena, 20 combatientes de las FDS murieron en una emboscada de EI, según el OSDH. «Los combatientes avanzaban durante una tormenta de arena y se vieron rodeados. Los elementos del EI utilizaron explosivos y abrieron fuego», indicó.
Tras un fulgurante ascenso en 2014 y la proclamación de un «califato» en grandes territorios en Siria y en Irak, el EI perdió todas las grandes ciudades que controlaba y se encuentra acorralado en los últimos reductos desérticos.
En Siria, ya solo controla menos del 3% del territorio, según el OSDH. En la provincia petrolera de Deir Ezzor, antes bajo su dominio, fue el blanco de dos ofensivas.
En la orilla oeste del rio Éufrates, el grupo abandonó la batalla frente a las fuerzas del régimen sirio y de la aviación de su aliado ruso.
En la orilla este, los combatientes de las FDS y los aviones de la coalición internacional lideran la lucha desde hace meses.
En los alrededores de Al Susa, en medio de las palmeras y los campos arados por los campesinos, los combatientes de las FDS invirtieron en una casa ahora abandonada que les sirve de posición militar.
– «Eliminarlos» –
En la carretera que lleva a Al Susa, los pueblos que antes controlaban los yihadistas, reconquistados después por las FDS, aún muestran lemas en árabe en honor de la organización extremista, como «el califato se quedará», constató un corresponsal de la AFP.
La célula de operación común de las FDS y de la coalición se instaló en el desierto, cerca de la frontera con Irak. Los responsables siguen de cerca el asalto.
«Es el último bastión de los mercenarios del EI. Todos los dirigentes y los emires extranjeros están concentrados en las localidades de [Al] Susa, Hajin y Al Shafa», asegura el comandante kurdo Zaradesht Kobane.
«Vamos a eliminarlos aquí», puntualiza.
Sin embargo, el avance de los combatientes kurdos y árabes se ralentizó debido a las minas colocadas por los yihadistas, una estrategia que el EI utilizó en todas sus grandes batallas.
«Avanzamos más de siete kilómetros, pero hay tantas minas, que nos dificulta» el camino, reconoce Abu Fahd, que dirige un grupo de combatientes.
Nofal Ibrahim, con un fular azul anudado a la cabeza, dice estar «muy contento» de participar en la ofensiva. «Pese a su resistencia, vamos a vencer el terrorismo», dice entusiasmado. AFP