Un atentado suicida tuvo nuevamente como blanco a funcionarios afganos este martes en Kabul, provocando al menos 20 muertos entre empleados del Tribunal Supremo, sorprendidos a la hora de abandonar sus oficinas.
El asaltante detonó su explosivo cuando los empleados estaban subiendo a los autobuses que los iban a trasladar a sus hogares. La explosión causó una carnicería y entre las víctimas hay tres mujeres y un niño, detalló un responsable del ministerio de Sanidad, Wahidullah Mayar, en redes sociales.
Por el momento ningún grupo reivindicó el ataque, que coincide sin embargo con una gran ofensiva talibán en todo el país.
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«El kamikaze avanzó a pie e hizo explotar su carga en el párking» en el recinto del Tribunal supremo, a la hora en que los empleados se preparaban para abordar los autobuses que los trasladan a sus hogares, precisó a AFP un portavoz del ministerio del Interior, Najibulá Danish.
La explosión desencadenó escenas de pánico en los alrededores del recinto, cuyos accesos fueron inmediatamente bloqueados por las fuerzas de policía. El Tribunal está ubicado cerca de la embajada de Estados Unidos.
«Me encontraba en el interior junto a mi padre haciendo un trámite oficial. Nos dirigíamos hacia el párking cuando escuchamos una muy fuerte explosión, ahora mi padre está muerto, ¿cómo voy a vivir sin él?», lloraba un hombre con el rostro y sus manos ensangrentados, cuyo testimonio fue difundido en directo por la cadena de televisión local Tolo News.
El presidente afgano, Ashraf Ghani, condenó el ataque y lo calificó de «crimen contra la humanidad y acto imperdonable».
La explosión desencadenó escenas de pánico en los alrededores del recinto, cuyos accesos fueron inmediatamente bloqueados por las fuerzas de policía. El Tribunal está ubicado cerca de la embajada de Estados Unidos.
La embajada condenó un ataque «contra los verdaderos pilares de la democracia y el estado de derecho afganos».
Varias ambulancias y vehículos de bomberos fueron enviados al lugar, constataron periodistas de AFP.
El último atentado de envergadura en Kabul, el 10 de enero, fue perpetrado contra un anexo del Parlamento también a la hora de salida de las oficinas, provocando 38 muertos y unos 80 heridos.
Además, el Tribunal Supremo en Kabul ya había sido atacado por primera vez en junio de 2013, en un atentado en el que murieron 15 personas y otras cuarenta resultaron heridas: la bomba, muy potente, explotó a la misma hora, las 16H00 locales, en la entrada del edificio.
Los talibanes reivindicaron entonces la operación y amenazaron con perpetrar más atentados en el futuro si el tribunal condenaba a muerte a sus combatientes.
En 2016, la ONU estableció el peor balance de víctimas mortales civiles en Afganistán desde que comenzara a censarlos (en 2009), con 11.500 muertos y heridos.
Entre ellos, casi 2.000 personas fueron víctimas de atentados indiscriminados contra la población, de las cuales 398 fallecieron. Esto constituye un récord desde 2009, con un aumento de 7% respecto a 2015.
Para la Misión de Naciones Unidas de asistencia a Afganistán (MANUA), los movimientos insurgentes, entre los cuales los talibanes y el grupo yihadista Estado Islámico (EI), son responsables del 60% de estas víctimas -datos que los propios talibanes contestan. AFP